Paso por delante de la puerta del edificio EOS y miro a su fachada bañada por el sol, este día primaveral de finales de mayo. Voy de camino a mi puesto en la Plaza Mayor de Lund dónde pasaré gran parte de la tarde conversando con los transeúntes que quieran saber más de nuestra política liberal. Estamos en tiempos de elecciones, esta vez al parlamento europeo, y queremos que la gente conozca nuestra idea de como debería ser Europa, la Europa del futuro, al menos, de los próximos cinco años, que es el tiempo que duran los mandatos.
El edificio EOS es la sede de la logia masona Donatus. De puertas adentro la conozco gracias a que hace treinta años o más, celebramos allí la despedida de mi catedrático y primer director de tesis, Göra Rydstad, cuando este paso formalmente a formar parte del ejército de catedráticos eméritos, pero bien activos, con el que contaba y cuenta Lund. Aquí es raro el catedrático que no llega a los cien años; será el agua, será la estimulante vida académica o la pereza de dejar una ciudad tan hermosa, aunque fuera para irse al cielo.
En el sello de la logia Donatus se puede leer la sentencia «Quod est superius est sicut quod est inferius». Esto me ha hecho pensar mucho, desde que lo leí la primera vez. Creo que es una declaración que invita a la reflexión profunda sobre la naturaleza de la realidad, la relación entre el mundo material y el espiritual, y el conocimiento personal. Este principio de correspondencia parece sugerir que todas las cosas están interconectadas y que el entendimiento de un nivel de existencia puede llevar al entendimiento de otro, promoviendo una visión unificada y armoniosa del universo y del ser humano.
Esta frase, he aprendido, proviene del Hermetismo, una tradición filosófica y esotérica basada en los escritos atribuidos a Hermes Trismegisto[1]. Esta expresión, comúnmente traducida como «Lo que está arriba es como lo que está abajo,» es parte de la Tabla Esmeralda, un texto hermético considerado fuente esencial de sabiduría esotérica y alquímica. Por este principio se interpreta que el macrocosmos (el universo) y el microcosmos (el individuo) están en armonía. Lo que ocurre en el universo exterior tiene un reflejo en el mundo interior de cada persona. En la práctica esotérica, esto lleva a buscar correspondencias entre fenómenos naturales y espirituales. Por ejemplo, los movimientos planetarios pueden tener correlatos en la vida humana o el funcionamiento de la mente. Los procesos químicos y físicos de la alquimia (como la transmutación de metales) se ven como metáforas de la transformación espiritual del ser humano.
La frase sugiere que, para alcanzar la sabiduría o la iluminación, uno debe reconciliar los opuestos, uniendo lo superior (espiritual, celestial) con lo inferior (material, terrestre). El principio explora la idea de que la dualidad de la existencia (cielo/tierra, espíritu/materia) es ilusoria, y que en realidad hay una unidad subyacente. Conocer el mundo exterior puede llevar a un conocimiento más profundo de uno mismo, y viceversa. Este conocimiento es esencial para el desarrollo personal y espiritual.
En términos modernos, puede relacionarse con ideas de interconexión y sistemas complejos en la ciencia, donde el comportamiento de pequeñas partes afecta el todo, y viceversa. También refleja una visión holística del universo, donde cada parte es un reflejo del todo y debe entenderse en ese contexto. Todo esto me hace pensar y pensar, sobre todo, cuando no llevo puestos los auriculares.
Bueno pues, cuando llego a mi pequeño tenderete, me pongo la gorra y el chaleco, azules los dos, que me hacen reconocible de lejos, para que todos sepan que yo estoy ahí para representar el liberalismo, viene un señor y me espeta así de golpe: “Perdone usted, saben ustedes que, según La segunda ley de la termodinámica, que simplemente dice que ciertos procesos físicos/químicos son irreversibles, no podemos actuar como si siempre pudiéramos «rebobinar la cinta». Algunas decisiones pueden llevar a consecuencias irreversibles, por ejemplo, en el medio ambiente y el clima.” – Esto dicho, tratándose de la segunda ley de la termodinámica, me dejó con una cara, cuya expresión, seguramente, recordaba la faz de un besugo angustiado. “Segunda ley de la termodinámica”…Hm, Ejem…
Menos mal que a mi lado tenía yo un compañero de partido que es doctor en física cuántica y yo pude pasarle la patata caliente, que el recibió sin inmutarse, y, tras una hora o más de conversación con mi compañero, vi por el rabillo del ojo que el ciudadano de la pregunta difícil se alejaba mostrando en su forma de caminar, ya, en todo su cuerpo, que había caído en tribulaciones profundas tras las razones expuestas por el físico liberal. Le pregunté a mi compañero que de qué se trataba la pregunta o afirmación o lo que fuera, y me dio una respuesta muy fácil de comprender:
“La segunda ley de la termodinámica, que simplemente dice que ciertos procesos físicos/químicos son irreversibles. Él argumentaba que debemos tener esto en cuenta en los contextos económicos y políticos. No podemos actuar como si siempre pudiéramos «rebobinar la cinta». Algunas decisiones pueden llevar a consecuencias irreversibles, por ejemplo, en el medio ambiente y el clima.”
Y es que la segunda ley de la dinámica dice muy claro que: “La cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo.” Y la entropía es: “En un estado de equilibrio, los valores que toman los parámetros característicos de un sistema termodinámico aislado son tales que maximizan el valor de una cierta magnitud que está en función de dichos parámetros, llamada entropía.” Traduciendo todo esto a un idioma más comprensible vemos que, la segunda ley de la termodinámica nos dice que, en cualquier proceso real, la entropía, o el desorden, siempre aumenta. Esto explica por qué ciertos procesos son irreversibles y por qué siempre hay una tendencia natural hacia el desorden en el universo. Vamos, este señor nos quería decir que tengamos cuidado con el desarrollo industrial y tecnológico, porque puede ocasionar daños irreversibles, aunque sea desarrollo “verde”.
Y, naturalmente este señor tenía y tiene bastante razón. Queremos más coches eléctricos y por tanto necesitamos nuevos metales estratégicos esenciales para el avance tecnológico y la sostenibilidad energética, siendo fundamentales para industrias que buscan innovaciones y soluciones limpias. La demanda de estos metales sigue aumentando, impulsando la investigación y el desarrollo en métodos de extracción más sostenibles y eficientes, porque hoy en día no lo son, y se extraen a veces en condiciones insalubres para los que trabajan en ello. El litio, cuyo uso principal está en las baterías recargables para vehículos eléctricos, teléfonos móviles y almacenamiento de energía. El cobalto para baterías de iones de litio, aleaciones de alta resistencia, crítico en la producción de baterías de larga duración y eficiencia. El níquel para el acero inoxidable, baterías de iones de litio, que mejora la densidad energética y la estabilidad de las baterías. El neodimio y el disprosio, para imanes permanentes en motores eléctricos y generadores de turbinas eólicas, es esencial para la eficiencia en la conversión de energía y la producción de motores eléctricos compactos y potentes. El disprosio aumenta la resistencia al calor de los imanes, mejorando su rendimiento en condiciones extremas. El praseodimio para las aleaciones de alta resistencia, imanes permanentes. El terbio, para imanes permanentes, fósforos en pantallas, porque mejora las propiedades magnéticas y la eficiencia en la iluminación y pantallas. El Galio, para semiconductores, LEDs, paneles solares, es crucial para la eficiencia en dispositivos electrónicos y energía solar. El indio, para pantallas táctiles, semiconductores, paneles solares. El platino y el paladio para catalizadores en la industria automotriz y química, la tecnología de hidrógeno, son viitales para la reducción de emisiones contaminantes y las tecnologías de energía limpia como las celdas de combustible de hidrógeno.
Estos metales se encuentran principalmente en altas concentraciones en países que hasta ahora no han tenido un gran valor estratégico por sus materias primas. Así pues, el litio lo encontramos en Australia, que es el principal productor, especialmente de espodumena, en Chile, que posee grandes reservas de litio en salares, especialmente en el Salar de Atacama, Argentina también cuenta con importantes reservas en salares, formando parte del «triángulo del litio» junto a Chile y Bolivia. Y otro gran productor y gran refinador de litio es China.
En Australia, así como en Rusia encontramos también cobalto, mientras que la República Democrática del Congo produce más del 60%. El mayor productor de níquel es Indonesia con Filipinas como segundo y a continuación Rusia y Australia. El Neodimio y otros elementos de tierras raras se encuentran en grandes cantidades en China, que domina la producción y refinamiento de tierras raras, incluyendo neodimio y disprosio, con más del 80% de la producción mundial, con Australia y Estados Unidos siguiéndoles. Sobre todo, Estados Unidos tiene reservas significativas y ha comenzado a aumentar la producción, especialmente en Mountain Pass, California. Australia también posee importantes reservas y está aumentando la producción de tierras raras. También en Suecia parece que hemos descubierto la presencia de grandes yacimientos de tierras raras, que vienen a sumarse a las ya conocidas reservas de uranio, también de mucha importancia estratégica.
El principal productor de galio es China, que lo extrae como subproducto de la minería de bauxita y zinc, como también lo hace Alemania. China es el mayor productor de indio, también un subproducto de la minería de zinc y domina las tierras raras. Canadá también produce cantidades significativas de indio. En Suráfrica se producen las mayores cantidades de platino, seguida de Zimbabue, mientras Rusia es el principal productor de paladio.
Para llegar a la transición energética, abandonar los combustibles fósiles y evitar el brusco cambio climático, necesitamos extraer y comercializar esas tierras raras y esos metales estratégicos. Pero, a día de hoy, muchos de esos recursos están en manos de regímenes menos democráticos. No es de extrañar que Rusia y China se hayan lanzado a conseguir el control del África subsahariana, pues, añadiendo los recursos que allí se encuentran a los suyos propios, conseguirían la hegemonía mundial sobre los recursos estratégicos.
Para regresar a eso a lo que se refería el señor de las preguntas difíciles, la única solución sería gastar menos energía, ahorrar recursos. En realidad, yo pienso también así. Aquí no soy ortodoxo con la ideología de mi partido, al menos, no es nada que planteemos como alternativa. Nosotros decimos que somos optimistas respecto a la tecnología y que confiamos en la ciencia para que resuelva nuestros problemas energéticos y climáticos. Pero yo, personalmente pienso, que vivimos muy por encima de nuestros recursos naturales, necesitaríamos tres mundos y medio, si todos los ocho mil millones de humanos que habitan el planeta consumieran como lo hacemos nosotros en Suecia, poco menos en España. ¿Quién se atreverá a proponer austeridad? ¿Cómo vamos a pedirles a las economías emergentes que se restrinjan en sus ambiciones, para que los recursos lleguen a todos? Seguramente nos dirán que ahora es su turno y que si alguien tiene que ahorrar deberemos ser nosotros en occidente que llevamos un par de siglos de aprovecharnos de los recursos de todos y malgastarlos como si no hubiese un mañana. Algunas preguntas dan que pensar.
Me preguntan de todo, no solo de nuestra política para Europa, sino de nuestra relación con otros partidos, nuestra osadía de quitarle el poder a la socialdemocracia, nuestra posición en el conflicto entre Israel y Palestina, el cuidado de los jardines, calles y plazas de nuestra ciudad, el cambio climático, la posición que alcanzan nuestros alumnos en Pisa, la salud mental de nuestros jóvenes, el precio de la gasolina, y miles de cosas más. Hay que estar preparado, beber agua frecuentemente (la boca se reseca de tanto hablar), invitar a los ciudadanos a café y conversar y conversar y conversar.
QUOD EST SUPERIUS EST SICUT QUOD EST INFERIUS
Entre el macrocosmos y el microcosmos estamos nosotros, los humanos. En nuestra mano está el futuro de este pequeño planeta azul. La política es una forma de organizar nuestro paso por el mundo, dejando, al poder ser, un futuro mejor para nuestros hijos, nuestros nietos y los nietos de nuestros nietos. Sabemos que es imposible imaginar cómo será el mundo dentro de dos mil años, pero, al menos, podemos comprender las consecuencias de nuestras decisiones.
[1] Hermes Trismegisto es el nombre griego de un personaje helenístico legendario que se asoció a un sincretismo del dios egipcio Thot y el dios griego Hermes. Se le considera ser el autor de la serie Hermética, una que contiene textos seudoepigráficos antiguos y medievales que sientan las bases de varios sistemas filosóficos conocidos generalmente como hermetismo. Los escritos que se le atribuyen fueron de gran relevancia para quienes se interesaban por la interrelación entre lo material y lo divino
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