El sábado 27 de junio de 1914 fue un día caluroso de verano en Londres. Alrededor de una mesa encontramos sentado al asesor presidencial Edward Mandell House, íntimo amigo del presidente estadounidense Woodrow Wilson, extraoficial plenipotenciario en cuestiones de política exterior, especialmente en todo lo referente las relaciones con Europa. Junto a él, elegante y relajado, se encuentra el ministro de asuntos exteriores británico Edward Grey.  La misión de Gray es persuadir a Gran Bretaña y Alemania para que se unan a Estados Unidos en una alianza diplomática para preservar la paz en Europa, especialmente ante la creciente militarización de Alemania. Según Grey ni el káiser ni muchos de sus ministros querían la guerra, aunque los generales alemanes insistían en continuar la escalada militar. En el Daily Telegraph se podía leer que la economía se estaba recuperando en Gran Bretaña y en Estados Unidos, por tanto, business as usual. Una actuación de Caruso se anunciaba para el lunes, todo rezumaba normalidad estival.

A esa misma hora aproximadamente terminaban unas maniobras militares en la ciudad de Sarajevo, cuyo final culminaba con un baile de gala para la oficialidad y sus respectives. Coincidía la fecha con la víspera de la celebración de la derrota de los serbios en Kosovopolje, que, al cambiar el calendario juliano al gregoriano a principios de 1900, pasó de celebrarse el 15 de junio al 28. Para darle más prestancia a los acontecimientos se había invitado al archiduque Franz Ferdinand y a su esposa Sophia, duquesa de Hohenberg, que esa tarde visitaron Sarajevo como unos turistas más, saludando alegremente a los transeúntes que se encontraban por el camino. Esa noche se fueron a dormir cansados pero contentos, preparándose para las ceremonias oficiales del día siguiente.

Curiosamente, el que viviese en Santander podía leer en el diario español El Pueblo Cántabro, una noticia relativa a Servia, que se refería a la supuesta abdicación del rey servio: “El Rey Pedro I de Servia no ha abdicado en el sentido completo de la palabra, sino que, sencillamente, ha transmitido el poder real a su hijo durante el tiempo que, para su curación, juzga preciso pasar en las aguas de Vriana. Esto da lugar a sospechar que existen graves motivos y que el Rey Pedro no volverá quizá a encargarse del poder. Se asegura que se han registrado una serie de incidentes, que han pasado desapercibidos, durante el tumulto de los sucesos de los últimos meses y los cuales hancreado una situación muy seria en Servia. En una palabra, se dice que hay conflicto entre el Poder civil y e. militar, conflicto tanto más delicado cuanto que el Poder civil se halla en maros de un hombre de Estado eminente, M. Pachitch, y que los jefes del Ejército tienen una conciencia legítima del papel preponderante que ellos han jugado en la expansión del Reino. El primer desacuerdo la sido la desgracia del coronel Michtch, el brazo derecho del generalísimo Putnics, acusado de no haber tomado las precauciones suficientes contra la agresión albanesa durante el estío último.” Y en Santander se preparaban para recibir a los reyes de España, que iban a pasar el verano en la Magdalena. Recuerdo este lugar personalmente con mucho cariño, por aquel curso que impartimos con los colegas de la SCM en 2018. También recuerdo mis paseos por toda la ciudad de Santander, de camino a la Magdalena. ¡Qué buenos recuerdos!

Esta retrospectiva histórica viene a cuenta de una discusión que mantuvimos ayer con unos socios de la SCM en referencia a las declaraciones hechas últimamente por miembros del gobierno sueco en el sentido de que existe un peligro inminente de guerra con Rusia. Se ha dado a entender que la población sueca debe prepararse para la guerra total. Se pide que se almacenen enseres y alimentos necesarios para pasar al menos dos semanas aislados, conocer los lugares de refugio y apuntarse a las organizaciones de resistencia cívica. Personas con cargos en puestos estratégicos para la defensa y las infraestructuras, salud pública, policía, educación, administraciones a todos los niveles, ya han participado en cursos, maniobras y simulaciones para estar preparados “cuando venga la guerra”. Las declaraciones de nuestros políticos de todo el espectro ideológico son claras y contundentes: “!prepárense!” – me recuerda a veces profecías del juicio final: “hagan penitencia, el juicio final está cerca.” – Pero todo sigue igual. Mezclado con cualquier noticia sobre el último disco de Madonna o un golazo de cualquier futbolista local, podemos leer las declaraciones del jefe del estado mayor o el ministro de defensa, recordándonos que es muy posible que entremos en guerra dentro de nada. Es difícil tomárselo en serio. Una cosa es bien cierta, los presupuestos militares se han triplicado últimamente y será necesario ahorrar en otras cosas. Todo ese ruido premonitor de guerra tiene como uno de sus fines hacernos aceptar estos gastos en seguridad. Pero hay problemas, muchos problemas,

A mi entender, el principal problema, es que esta actitud belicosa por parte del gobierno, está dividiendo la nación. Se trata de saber quien es un “verdadero sueco”. Aquí el primer ministro sueco ha hecho unas declaraciones en el diario Svenska Dagbladet que ponen en entredicho la autenticidad del sentimiento patriótico de los suecos nacionalizados: “ … debemos empezar a hablar abiertamente sobre las expectativas que conlleva la ciudadanía sueca.

– La ciudadanía no es un documento de viaje.

– Uno defiende la democracia de Suecia, nuestra libertad y nuestro sistema de gobierno. Si no estás dispuesto a hacerlo, no deberías ser ciudadano sueco”.

Con este tipo de declaraciones el gobierno sueco está abriendo una brecha en la sociedad sueca, a sabiendas de que muchas funciones altamente importantes para el funcionamiento del país en crisis están en su mayoría llevadas por personal extranjero o naturalizado. Si decidiésemos deshacernos de todos los trabajadores y funcionarios extranjeros o naturalizados tendríamos que cerrar las residencias, los hospitales, las escuelas y muchos de los servicios, entre otros, todo lo relacionado con las nuevas tecnologías.

Pero en realidad, yo lo que quiero decir hoy, tras nuestra discusión de ayer, es que el 27 de junio de 1914 nadie tenía la más mínima idea de que al día siguiente, un par de tiros, serían el detonante de una guerra que costaría más de 20 millones de muertes, que contando la siguiente pandemia subiría a más del doble, amén de millones de inválidos a consecuencia de heridas de guerra. También me gustaría dejar claro que esta guerra, como todas las guerras, no se luchó por motivos altruistas o, como defienden los conservadores ingleses, en defensa de la libertad. Historiadores ingleses se equivocan cuando como Max Hastings quieren dar a entender que se había librado en defensa del «derecho internacional» y de las naciones pequeñas, o cuando Antony Beevor ve un claro “antimilitarismo” en el comportamiento de Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos.

A mí, la verdad, estas posiciones me parecen absurdas porque la primera guerra mundial no fue una guerra justa. Fue una salvaje masacre industrial perpetrada por una pandilla de potencias imperiales depredadoras, enfrascadas en una lucha mortal por capturar y dividirse entre si territorios, mercados y recursos. Se trataba de frenar a Alemania que era la potencia industrial ascendente y el recién llegado colonial de la época, que buscaba su “lugar bajo el sol” frente a los imperios británico y francés. La guerra estalló directamente a partir de la lucha por la dominación imperial en los Balcanes, donde Austria-Hungría y Rusia se disputaban los despojos del desmoronado Imperio Otomano. Todas las élites gobernantes de Europa, unidas en alianzas inestables, compartían la responsabilidad por la barbarie asesina que organizaron. La idea de que Gran Bretaña y sus aliados estaban defendiendo la democracia liberal, y mucho menos el derecho internacional o los derechos de las naciones pequeñas, es simplemente absurda.

Solo hay que recordar que al 40% de todos los hombres y a todas las mujeres, se les negaba el voto en Gran Bretaña, mientras que en Alemania tenían el sufragio universal. Cada uno de los principales estados beligerantes estaba involucrado en la violenta supresión de los derechos de las naciones a lo largo de las tiranías racistas que eran sus imperios coloniales, aquí entra también España, que en 1914 ya estaba involucrada en una guerra de baja intensidad contra las cabilas bereberes en el Marruecos español. En las décadas previas a 1914, alrededor de 30 millones de personas murieron de hambre en la India mientras los funcionarios coloniales ingleses imponían la exportación de alimentos, masacraban a los opositores por decenas de miles y establecían campos de concentración en Sudáfrica, los primeros, por cierto, donde recluir a los bóeres.

Se suponía que Gran Bretaña había ido a la guerra para defender la neutralidad de la «valiente pequeña Bélgica», que a su vez había causado la muerte de 10 millones de congoleños a causa del trabajo forzado y el asesinato en masa en las décadas anteriores. Los colonialistas alemanes, no mejores, habían llevado a cabo un genocidio sistemático en lo que hoy es Namibia en el mismo período. En cuanto al derecho internacional, la desconsideración de Gran Bretaña por él se demostró cuando Alemania preguntó con qué derecho reclamaba territorio en África unos años antes. Londres se negó a responder. La respuesta era obvia: la fuerza bruta. Esta era el orden mundial «liberal» por el cual se sacrificaron las vidas de millones de jóvenes en el mundo. Y, al finalizar la guerra, Gran Bretaña y Francia se repartieron los imperios derrotados de Alemania y el Imperio Otomano entre ellos, desde Palestina hasta Camerún, sin preocuparse por los derechos de las naciones pequeñas, sentando así las bases para futuros desastres, uno de los cuales estamos viendo en nuestros días.

En esta guerra que hoy enfrenta a Rusia y Ucrania nos vamos metiendo poco a poco. Dejamos de lado la neutralidad, que ha mantenido a Suecia fuera de las contiendas en 200 años, y nos abrazamos a la OTAN, como a un salvavidas, y por mas inri, nos niegan la entrada a esta institución porque uno de sus miembros, Turquía, nos acusa de tomar partido por los kurdos, y por tanto apoyar, lo que ellos llaman terrorismo. Estamos pues por el momento en una tierra de nadie, confiados en la palabra de Biden, que promete ayuda, si el país fuese atacado por Rusia, aún estando fuera de la OTAN. Mientras tanto, los negocios de armas van muy bien. Las acciones de las industrias suecas que fabrican todo tipo de material bélico o necesario para la guerra están subiendo como nunca. Hay muchos nuevos millonarios, business as usual.

Bueno, pues, ¿cuál será la noticia que leamos en los periódicos mañana? No lo sabe nadie, ni siquiera los más poderosos políticos de todo el mundo lo saben. Si tenemos mala suerte, nos podemos atragantar el desayuno leyendo que ha estallado una nueva guerra en Europa. ¿Qué haremos entonces? ¿Qué hará Suecia o España en ese caso? Prefiero pensar que todavía hay tiempo para dar marcha atrás, para encontrar soluciones pacíficas a nuestros conflictos, que emplearemos nuestra ciencia para mejorar la vida de todos en este planeta, que mis nietos vivirán en un mundo más justo y más equitativo que el actual. Así sea. Abajo el diario El Pueblo Cántabro del 29 de junio de 1914 con la noticia del atentado y muerte del archiduque y su esposa. https://prensahistorica.mcu.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=2001008314