Ya metidos en marzo, voy caminando entre signos inequívocos de la primavera y molestos restos del invierno. La blanca nieve nos ha dejado algún charco helado y la gravilla echada para hacer transitable la calzada nos recuerda los días en que íbamos con cuidado de no resbalar. El viento frío hace que nuestra piel sienta los rigores del invierno, aunque el termómetro muestra algún grado sobre cero. Audaces florecillas osan aparecer entre la hojarasca muerta, como promesa de que la primavera está al caer.
No puedo evitar el pensar en días cálidos vividos en las islas del Mediterráneo. Mis islas favoritas, Cerdeña y Malta, en ese orden, tienen tantas cosas que conocer, tantos secretos por descubrir, tanta belleza para disfrutar. Yo echo de menos mis paseos por sus costas, mis búsquedas por museos, mis conversaciones con la gente de allí. En Cerdeña quedé fascinado por las nuragas, los monumentos de piedra megalíticos prehistóricos que se encuentran por toda la isla. Hay miles de nuragas, algunas muy completas, que quedaron ahí como recuerdo de una cultura enigmática. Las nuragas son torres de piedra cilíndricas y tienen a su alrededor estructuras que parecen indicar que en su día sirvieron como vivienda y protección de humanos y animales domésticos. Las nuragas parecen formar un sistema para facilitar la comunicación, ya que, desde el punto más alto de la torre se divisa siempre, al menos, otra nuraga, lo que me hace pensar que podían mantener alguna comunicación, como por ejemplo, avisos ante el ataque de enemigos.
Estuve dentro de una nuraga, completamente a oscuras en medio del día, en el momento en que los rayos del sol penetraban por una pequeña apertura entre las piedras de la entrada, y pude ver como se formaba la figura de la cabeza de un toro en la pared opuesta. Era fascinante ver como se dibujaba esa perfecta cabeza de toro o buey en la pared, que parecía arder. Era magia pura. ¡Me queda tanto por descubrir en esa isla!
En Malta pude campar a mis anchas por toda la isla, pues iba solo y no tenía que supeditar mis paseos a las preferencias de nadie. Fui allí para encontrar lugares de prácticas para mis estudiantes de Vipan y me alojé en una casa particular, perteneciente a la directora del instituto St. Catherine que visité y con el que participábamos en un proyecto Erasmus+. En mi primera visita tuve la suerte de poder solucionar todos mis propósitos en mis dos primeros días y quedé libre el resto de la semana para aprender a conocer la isla. Os podéis imaginar que aproveché el tiempo para descubrir la isla a pie. Mi primer paseo me llevó, desde Pembroke hasta Valeta, la capital, casi nueve kilómetros por carretera, pero yo me fui bordeando la costa, lo que aproximadamente trece kilómetros. Iba con los ojos bien abiertos y fui haciéndome una ruta para regresar al día siguiente y profundizar en algunos lugares que ahora, simplemente pasaban ante mis ojos según iba avanzando mi camino. En Valeta visité el Museo Nacional de Arqueología de Malta y allí quedé prendado por una figurilla de apenas 15 cm de largo, que parecía hecha por un antepasado de Fernando Botero. Esa figurilla se llama en inglés “The Sleeping Lady”(La dama durmiente) y en mí, como en casi todos los visitantes, despertó una gran cantidad de ideas sobre su significado.
La dama durmiente es una estatuilla prehistórica, que data del período neolítico, alrededor de 3000 años anterior a nuestra era. Se encuentra entre las estatuillas más famosas y misteriosas del mundo antiguo. Se la llama dama durmiente debido a su posición reclinada, con los brazos cruzados sobre el pecho y una postura que sugiere que está durmiendo. El artefacto fue descubierto en 1905 en un complejo subterráneo tallado en la roca durante el cuarto y principios del tercer milenio anterior a nuestra era, durante excavaciones arqueológicas en la isla, específicamente en los templos de Hagar Qim y Mnajdra, sitios megalíticos que datan de la misma época. La figurilla está moldeada en arcilla. En su contexto histórico, la figurilla de la dama durmiente es parte del legado de la cultura megalítica que floreció en la región del Mediterráneo durante el Neolítico. Malta tiene una rica historia prehistórica, con evidencia de asentamientos humanos que datan de más de 7000 años atrás. Los templos megalíticos de Malta son testimonio de la sofisticación y habilidades técnicas de las sociedades neolíticas que los construyeron. Se cree que estos templos tenían propósitos religiosos y ceremoniales, y la figurilla de la dama durmiente podría haber tenido algún significado ritual o religioso para estas antiguas comunidades. Su propósito exacto y el significado simbólico aún son objeto de debate entre arqueólogos. Algunos sugieren que podría representar a una deidad o una figura importante en la sociedad neolítica, mientras que otros creen que podría tener connotaciones funerarias o estar relacionada con rituales de fertilidad. En cualquier caso, la dama durmiente es un fascinante ejemplo del arte y la cultura de la antigua Malta y una ventana al mundo prehistórico del Mediterráneo.
Y para terminar mi relato de hoy quiero hablar de las lenguas que se hablan en estas islas. En Cerdeña se habla el sardo, que es una lengua romance hablada en la isla, una de las lenguas neolatinas más antiguas y pertenece al grupo itálico de las lenguas romances. El sardo se ha desarrollado de forma independiente del italiano estándar y del resto de lenguas romances. Esta lengua presenta una gran diversidad dialectal, que varía significativamente de una región a otra de Cerdeña. A lo largo de los años, ha sido influenciado por diferentes lenguas y culturas, como el latín, el catalán, el español y el italiano y cuenta con una rica tradición literaria y oral.
Aunque el italiano es la lengua oficial de Italia y, por lo tanto, también de Cerdeña, el sardo sigue siendo hablado por una parte significativa de la población de la isla. Sin embargo, en los últimos tiempos, ha enfrentado desafíos debido a la presión de la globalización y la predominancia del italiano en la educación y los medios de comunicación. Pero sigue vivo. Me alegró especialmente ver como los jóvenes del instituto Pischeda, a los que yo visitaba, de una forma completamente espontánea, se juntaban por la noche, en el jardín de su dormitorio, donde pasaban los días docentes en forma de internado, para formar unos cantos polifónicos que se conocen en sardo como «cuncordu». En un grupo que puede variar entre cinco o siete normalmente, varias voces masculinas cantan en armonía, a menudo sin acompañamiento instrumental. El cuncordu es una expresión musical única y distintiva de la cultura sarda, con una rica historia y una profunda conexión con la identidad de la isla, que estos muchachos sienten tanto orgullo de practicar. Los que cantaban eran chicos todos e ignoro si hay algún cuncordo en el que también canten chicas. El día de la despedida, me invitaron a cantar con ellos y sonaba muy bien. Mi voz se fundía con la de los otros, entre los cuales esta vez había hombres de todas las edades. Formábamos un corro y cantábamos, a veces improvisando textos. Desgraciadamente no tengo ninguna grabación de este acontecimiento, pero trataré de encontrar alguna que hice de los muchachos.
En Malta se habla inglés, que es un idioma oficial, pero también se habla una lengua, el maltés, que es completamente diferente de las lenguas que se hablan en Europa. El idioma maltés es una lengua semítica central que ha sido influenciada por varios idiomas a lo largo de su historia. Sus orígenes se remontan al árabe, específicamente al árabe magrebí, que fue introducido en Malta durante la ocupación árabe de la isla en el siglo IX. Durante este período, el árabe influyó en el vocabulario y la gramática del maltés. Sin embargo, a lo largo de los siglos, el maltés ha sido moldeado por otras lenguas debido a la posición geográfica de Malta y su historia como territorio disputado. Elementos del italiano, especialmente después del dominio de Malta por parte de la Orden de los Caballeros de San Juan y más tarde por el Imperio Británico, se incorporaron al maltés. Además, el maltés ha sido influenciado por el siciliano, el francés y el inglés. Hoy en día, el maltés es una lengua única y distintiva, oficial en Malta junto con el inglés. Es el único idioma semítico que se escribe en el alfabeto latino y tiene una gramática y vocabulario propios, aunque conserva ciertas características árabes en su estructura lingüística. Es fantástico hablar con alguien en inglés que al rato se dirige a otra persona en maltés,, y no comprender ni una palabra. De mis viajes a Malta y Cerdeña tengo muchas historias, que os iré contando poco a poco. Por ahora os dejo con unas fotos de la dama durmiente. Lo que veis es una réplica exacta que tengo en mi poder.
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