Esta mañana entramos en el grupo de Whatsapp de la Sociedad Científica de Mérida en una larga discusión a partir de un artículo de opinión escrito en El País que lanzaba la pregunta: “Por qué llamamos ultra a Vox (y no a Podemos). Discutimos allí políticos y políticas, Yo quise introducir una retrospectiva que nos guiase hacia las condiciones necesarias para la democracia, las garantías, las libertades y derechos, que la política y los políticos deben defender en un estado de derecho. Se aproximan las elecciones en España y la temperatura, la política y la meteorológica, sube según nos vamos aproximando al 23-J.

Caminando ayer entre caserones neogóticos y neoclásicos, iluminados por la dorada luz del atardecer, llegué hasta la puerta del Instituto Pufendorf (Pufendorfinstitutet). La sede de este instituto se ha mudado recientemente a este magnifico edificio, mitad solido mitad etéreo, rodeado de un frondoso jardín, que antaño albergaba la institución para el estudio de la antigüedad (Institutionen för antikens kultur). En mis tiempos de estudiante, el edificio estaba repleto de arte grecorromano, copias casi todas, pero que formaban un entorno perfecto para los estudios de latín y griego e historia de la antigüedad.  En el sótano se conservaban objetos traídos a Suecia desde las excavaciones de Jericó.

El nombre de la actual institución, que ahora se alberga en este edificio de ladrillo rojo, es el apellido de un hombre que en su día fue muy importante en esta universidad, por ser uno de los primeros catedráticos, traído expresamente de Alemania, para configurar lo que sería la segunda universidad sueca, en 1666. Esta universidad, fundada en territorio danés, usurpado siete años antes por Suecia, era parte del proyecto de cambio de identidad del territorio. Para conseguir este cambio, era preciso conseguir que los sacerdotes predicasen en sueco, cosa que solo se podría lograr educando a los futuros pastores en instituciones suecas.  

Samuel Pufendorf nació en Sajonia en 1632. Su padre era párroco y se suponía que este avispado muchacho seguiría sus pasos. Comenzó a estudiar teología en Leipzig, pero lo abandonó al poco tiempo y se pasó a la jurisprudencia, que continuó en Jena. Su maestro allí fue Erhard Weigel, célebre matemático y filósofo cartesiano. Pufendorf se sintió atraído por el método científico empírico que representaba Galileo en la física. También fue influenciado por Hugo Grocio, el fundador de la ley natural moderna, según la cual, el orden jurídico, sostén de la convivencia humana, tiene su raíz única en el propio raciocinio del hombre. Esta idea de la natural tiene unas raíces muy profundas que se internan en el mundo estoico y se reproducen durante la edad media en los autores escolásticos. Bueno, pues este Hugo Grocio (Hugo de Groot, latinizado como Grotius) estuvo, por una de esas coincidencias raras de la vida, también muy ligado a Suecia.

Este Grocio fue un hombre extraordinario que merecería muchas páginas en este relato pero que yo me permito presentar en unos cuantos gruesos trazos. Académico, político y diplomático, desempeño muchas funciones dentro y fuera de los Países Bajos, pero fue perseguido por sus detractores, encarcelado y milagrosamente liberado con la ayuda de su esposa, para a continuación partir al destierro primero en Francia y más tarde en Alemania, donde conocería al todopoderoso canciller sueco Axel Oxentierna, que le ofrecería el cargo de embajador sueco en París en 1634, cargo que ostentó durante diez años, pero que tuvo que abandonar en 1644 por haberse atraído la i: ra del poderoso Richelieu. Interesante, ¿verdad? Pero en realidad, lo que yo quiero explicar se refiere ante todo a la producción intelectual de Hugo Grocio y no tanto a su vida aventurera.

En 1609 escribió, pero no firmó, un tratado sobre la libertad de los océanos que le venía como anillo al dedo a los intereses holandeses, Mare liberum, pero su obra maestra fue sin duda el tratado sobre la guerra justa que escribió 1625, De iure belli ac pacis (Sobre las leyses de la guerra y de la paz), el primer tratado sistematizado sobre derecho internacional influenciado por Francisco de Vitoria y la escuela de Salamanca. La Guerra de los 30 años, en la que Suecia no había todavía entrado como parte beligerante, llevaba ya siete años destrozando la economía y la población alemana.  Me paro un instante a recapacitar si este trabajo de Grocio nos aporta algún elemento a tener en cuenta ante la actual guerra en Ucrania. Mañana continuaré con nuevas energías. Sigo mi camino por las calles de Lund.