Esta mañana salí como de costumbre a dar mi paseo y, al pasar por delante de la estación de ferrocarril; Lund C, me encontré un caos de camiones de bomberos y coches de policía. Parece ser que una explosión en un restaurante sito en un antiguo almacén, junto a los andenes, había incendiado gran parte del edificio. Aún es pronto para saber con certezas las causas de este incendio y, mientras seguía mi paseo, me vino a la cabeza la lectura de un libro escrito por Anders Bruzellius que, entre otras muchas cosas, recoge los incendios sufridos por Lund, ya casi desde el primer momento de su fundación.[1]
Lund se ha visto afectada por extensos incendios varias veces durante sus mil años de historia, a veces debido a la guerra, a veces por otras razones. Las casas de madera y adobe, calentadas con fuego de leña, eran fácilmente pasto de las llamas ya en épocas de paz. Las guerras, las revueltas, las invasiones, convertían la ciudad en una antorcha. En esos casos solamente sobrevivían los edificios de piedra, que podían arder igualmente y perder el techado y todo lo que pudiese arder, pero conservaban la piedra. Por culpa de los incendios tenemos tan pocos edificios medievales en una ciudad que conserva por otra parte su trazado medieval. Las excepciones son la catedral del siglo XII, el convento de St Petri (San Pedro) también del siglo XII, pero reformada en el siglo XIV de la forma en que se conserva hoy, la casa del deán, ahora dentro del museo al aire libre, cuyos cimientos son del siglo XII mientras el resto del edificio fue construido en el siglo XIV, Krognoshuset, del siglo XIV y Liberiet, la antigua biblioteca catedralicia y más tarde sala de esgrima, construida en el siglo XV. Quitando esos edificios, el resto es del siglo XVI y más recientes, siendo los anteriores al 1700, fáciles de contar con los dedos de una mano.
Las llamas consumieron gran parte de la ciudad en 1172 y más tarde, en 1234, la catedral resultó gravemente dañada por otro incendio, Tras ello, se derribaron las bóvedas y hubo que colocar nuevas ventanas. Las huellas de este incendio se mantuvieron hasta las importantes renovaciones del siglo XIX. En esa ocasión el fuego también devastó gran parte de la ciudad y en Pentecostés de 1263, gran parte de la ciudad se quemó incluidas cuatro de las muchas iglesias de la ciudad construidas en madera. Otro incendio en 1287 destruyó el monasterio de los dominicanos, cercano a la catedral, y de nuevo se quema más de la mitad de las casas que se habían logrado reconstruir tras el incendio anterior.
En febrero de 1452 llegó la guerra hasta la pequeña ciudad, cuando el rey sueco Karl Knutsson Bonde marcha hacia Scania y derrota a un ejército de campesinos escanianos en Dalby, a diez quilómetros al sureste de Lund. Sin embargo, el arzobispo Tuve Nilson defiende con éxito Lundagård (el domicilio del arzobispo, que estaba amurallado) y la catedral. Sin embargo, grandes partes de la ciudad son quemadas por los suecos. También llegó la guerra a esta ciudad en 1676, con motivo de la batalla de Lund, aunque entonces quedó poco afectada porque el grueso de la batalla ocurrió cerca pero fuera de su muralla. Pero, en 1678, un destacamento del ejército danés prendió fuego a Lund y 163 de las 304 casas/granjas de la ciudad se quemaron, junto con su ayuntamiento, que, tras ser levantado en 1699, se incendió de nuevo en 1711. En 1731 se quemarían de nuevo una treintena de casas, pero este sería el último gran incendio devastador sufrido por la ciudad.
Hoy, al pasar por el lugar del incendio, pude constatar que había ocho modernos camiones de bomberos. La profesionalización de la defensa contra incendios data del 1856, pero anteriormente también se contaba con una cierta prevención, en forma de guardias. Durante el siglo XIII, había leyes municipales danesas que contenían disposiciones sobre, entre otras cosas, la vigilancia en las ciudades, tanto de día como de noche. En Lund, este sistema duró hasta 1692, pero no funcionó muy bien. Se trataba de tener vigías (serenos)diariamente en el punto más alto de la ciudad, una de las torres de la catedral, desde que oscurecía hasta que amanecía al día siguiente. El vigía tocaba un cuerno cada media hora que significaba que no había peligro. En caso de distinguir algún incendio, tocaba de una forma reconocible para alertar a los vecinos. Este arcaico sistema se sigue empleando en la ciudad scaniana de Ystad, donde, desde la torre de la iglesia de Santa María, se toca por las noches un cuerno, que asusta a los visitantes que no conocen la costumbre. Lo puede afirmar mi compañera, que se llevó un susto terrible una noche que dormimos en un hotel próximo a la iglesia.
Bueno, pues aquí en Lund se decidió adquirir un carro con cisterna y una manga de riego en 1731 pero no fue hasta 1868, cuando un gobierno municipal adoptó su primera ordenanza contra incendios, por lo que Lund, por primera vez, contaba con un departamento de bomberos que funcionaba bastante bien, con cinco estaciones de bomberos de la ciudad. La organización del cuerpo de bomberos seguiría estando basada en el deber cívico. Aunque en 1880, 1884 y 1887, se planteó la cuestión de un cuerpo de bomberos organizado permanentemente y costeado por la ciudad, esto no se realizó hasta 1908, cuando se organizó un cuerpo de bomberos permanente con carácter militar que, con algunas reformas estructurales sigue estando vigente. Un día como hoy, podemos estar tranquilos porque tenemos una buena organización contra incendios. Las primeras fotos de hoy bajo el texto están tomadas por mi esta mañana, frente a la estación de Lund. Las dos siguientes son del primer equipamiento de los bomberos organizados, su primera manguera de presión a vapor, de 1868 y del ya profesional cuerpo de bomberos en 1912. Las dos últimas fotografías son del archivo de la ciudad.
[1] Lunds Historia, ett kalendarium från 990 till 1990. Anders Bruzelius 1989
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