Todos los días, a eso de las once de la mañana, cuando voy a poner nuestra carpa en el centro de la Plaza Mayor de Lund, llego solo y me las apaño bastante bien, no sin esfuerzo, para levantar el tingladillo. Cuando yo llego ya están ahí algunos partidos más madrugadores. Los Verdes tienen su carpa a mi derecha, pasando la de los de Izquierda, y siempre viene alguno de ellos a ayudarme, cuando ve que vengo solo. Siempre hablamos un rato mientras levantamos la carpa. Casi siempre conversaciones cotidianas o comentarios sobre como nos va en las encuestas o algún incidente que nos ha ocurrido el día anterior. Esta vez comentamos el desalojo del campamento que los estudiantes propalestinos habían mantenido durante diez días ante el Paraninfo de la universidad, en los jardines que están junto a la fachada norte de la catedral. Esto estaba ocurriendo hoy, mientras hablábamos. Ya muy de mañana, la policía, que contaba con unos doscientos efectivos entre policías de dialogo y de porra, comunicaron a los allí durmientes, que era hora de despejar el campo. Les dieron treinta minutos para que lo hicieran y la mayoría obedeció sin delación, pero algunos tuvieron que ser evacuados a la fuerza, llevados arrastras por recios servidores de la ley. Fuera de las cintas perimetrales de la policía, algunos manifestantes gritaban consignas contra la policía, contra Israel, contra la universidad de Lund y contra el gobierno. Los gritos nos llegaban a nosotros, situados como estábamos a unos doscientos metros al sur de esta incruenta batalla. Se da el caso de que, el lugar ocupado por los manifestantes será ocupado mañana por media docena de cañones, que dispararán los tiros reglamentarios de saludo a los nuevos doctores, durante su promoción, que tendrá lugar en la catedral.
Bueno pues, como veis, Los Verdes y nosotros, Los Liberales, tenemos una buena sintonía. Tan buena es, que trasciende de lo cotidiano a lo político y viceversa. Cuando se trata de política medioambiental, energética y climática estamos en “primera división” según el ranking efectuado recientemente por la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (Naturskyddsföreningen) y publicado en todos los medios. Así que, tenemos cosas en común y podemos hablar. Hoy, cuando llegue a la plaza, la conversación partirá estoy bastante seguro, de la común lectura de un artículo publicado en el periódico local, Sydsvenskan, traducido al sueco y escrito en original por Alessio Terzi, investigador que está vinculado a la Universidad de Cambridge y al Institut d’Études Politiques, Sciences Po, en París. Trabaja como economista en la Comisión Europea y ha escrito el libro «Growth for Good: Reshaping Capitalism to Save Humanity from Climate Catastrophe» y por Gernot Wagner, que es economista especializado en clima y trabaja en la Columbia Business School en Estados Unidos. Su libro más reciente se titula «Geoengineering: The Gamble.»
Este artículo tiene para mí una importancia vital, pues trata de cómo sería la forma más efectiva para salvar el mundo del cambio climático, sin parar el desarrollo necesario en gran parte del mundo y sin ocasionar problemas políticos en el mundo occidental. Lo que parece lógico es que, si el abuso de los recursos de la tierra nos ha llevado a esta situación de cambio climático, el ahorro y la sostenibilidad nos puede salvar. Estos investigadores proponen otra cosa, que, a simple vista, parece algo completamente opuesto a lo que “el sentido común” nos lleva a pensar. Me permito traducir aquí el artículo para que se comprenda el racionamiento que haré a continuación:
«Evitar una catástrofe ambiental requiere un mayor crecimiento.»
Publicado en Sydsvenskan, 31 de mayo de 2024, 05:30
Para enfrentar el cambio climático, debemos obtener más de menos, no solo reducir, escriben Alessio Terzi, economista en la Comisión Europea, y Gernot Wagner, economista especializado en clima en la Columbia Business School en EE.UU.
Solo una revolución que abarque energía limpia, sistemas de transporte limpios e industrias limpias puede poner el rumbo climático en la dirección correcta, escriben los autores del artículo. Solo una revolución que abarque energía limpia, sistemas de transporte limpios e industrias limpias puede poner el rumbo climático en la dirección correcta, escriben los autores del artículo.
Incrementar la eficiencia energética es, por supuesto, algo positivo. No es lo mismo que querer limitar el uso de energía, algo que generalmente se asocia con el decrecimiento y el movimiento que busca oponerse al consumo y al capitalismo.
La idea de reducir el consumo y el decrecimiento para alcanzar los objetivos climáticos surgió después de los confinamientos durante la pandemia de COVID-19, cuando las personas se quedaron en casa y las emisiones de dióxido de carbono disminuyeron considerablemente. Luego, la invasión de Rusia a Ucrania desencadenó preocupaciones sobre la seguridad energética en Europa.
En las sociedades hipercomerciales de hoy en día, se suele decir que el consumo hace cada vez menos felices a las personas, y que el minimalismo, por tanto, sería doblemente bueno al cuidar el medio ambiente y hacer que la gente se sienta mejor.
Si se piensa así, los países ricos deberían dejar de desarrollar sus economías. Pero incluso los más fervientes defensores del decrecimiento creen que los países pobres deben seguir aumentando su consumo e inversiones para evitar la pobreza y la miseria.
Si suena demasiado bueno para ser verdad, es porque eso es exactamente lo que es. El decrecimiento significa una reducción de todo el consumo, no solo un cambio hacia nuevos patrones de consumo, como reemplazar el uso de automóviles privados por el transporte público. Este tipo de cambios siempre han existido y es de lo que se trata el crecimiento verde.
Por supuesto, no hay nada de malo en elegir trabajar menos y ganar menos. Pero eso no es una manera de resolver la crisis climática. Aquí hay un cálculo simple:
Supongamos que la economía global se encuentra en una fase estable, ni se encoge ni crece. Al mismo tiempo, se está eliminando el uso de combustibles fósiles a un promedio de 2.4 por ciento por año, como ha sido en los últimos veinte años según el FMI (Fondo Monetario Internacional) y las estadísticas de emisiones del Global Carbon Project. En este escenario, las emisiones mundiales de dióxido de carbono se habrán reducido en un 48 por ciento para el año 2050. Esto está lejos de la meta de emisiones netas cero. Aun así, esta hipotética economía mundial sería casi el doble de eficiente en limitar las emisiones de dióxido de carbono en comparación con la actual.
Ahora imaginemos que la eliminación de los combustibles fósiles depende completamente de una disminución en la productividad económica. Para lograr el mismo resultado, es decir, casi una reducción a la mitad de las emisiones actuales, el PIB mundial tendría que disminuir en un 5 por ciento cada año durante las próximas tres décadas. Como comparación, se redujo un 2.7 por ciento durante los confinamientos en el año de la pandemia de 2020.
Si solo consideramos a los países ricos, como proponen los defensores del decrecimiento, el argumento se vuelve casi absurdo: el PIB de los países del G7 tendría que disminuir en un 17 por ciento ya en 2024 y luego cada año en la misma medida que durante la Gran Depresión de la década de 1930.
Para el año 2030, sería aproximadamente igual de difícil y costoso obtener electricidad en los países del G7 como lo es hoy en Sudán del Sur. ¿Cuántos consumidores conscientes del clima en el mundo occidental aceptarían eso?
Nuestros cálculos hipotéticos comenzaron con un crecimiento nulo. En realidad, el crecimiento en las últimas dos décadas a nivel mundial ha sido de alrededor del 6.8 por ciento anual per cápita. Combinado con el aumento de la población, el incremento del crecimiento ha llevado a un aumento, no una disminución, de las emisiones de dióxido de carbono.
Solo una revolución que abarque energía limpia, sistemas de transporte limpios e industrias limpias puede poner el rumbo climático en la dirección correcta. Alcanzar el nivel cero de emisiones de dióxido de carbono cuesta billones de dólares en inversiones que, por lo tanto, aumentan, no disminuyen, el crecimiento económico.
Todo esto no significa que sea innecesario ahorrar energía. En 2007, Estados Unidos legisló la eliminación y sustitución de bombillas incandescentes por LED, lo que resultó en grandes ahorros monetarios, ya que las nuevas bombillas son más eficientes. No se puede concluir que el reemplazo hubiera ocurrido sin la legislación. Sin embargo, se financiaba por sí mismo, ya que los estadounidenses podían usar o ahorrar el dinero que les sobraba. Independientemente de lo que hicieran, esto aumentaba el crecimiento económico.
El margen para mejoras significativas en eficiencia es considerablemente mayor que el cambio a bombillas LED. Utilizar los recursos limitados de manera más eficiente es la propia definición de productividad económica, lo que a su vez aumenta el crecimiento.
Dado que debemos acelerar el ritmo del trabajo para hacer que nuestras economías sean independientes del carbón, la tecnología verde debe ser implementada mucho más rápido que en la actualidad.
Evitar una catástrofe ambiental requiere un mayor crecimiento. No porque un PIB en aumento constante sea el objetivo, sino porque el crecimiento aumenta cuando las emisiones se reducen lo suficientemente rápido.”
Este artículo, con sus conclusiones, puede parecer paradójico. Tradicionalmente, el crecimiento económico ha estado asociado con un aumento en el consumo de recursos y, por ende, con un incremento en las emisiones de gases de efecto invernadero y otros impactos ambientales negativos. Pero, parece ser que, esta aparente contradicción se disuelve cuando se analiza el concepto de crecimiento económico en el contexto de una economía verde y sostenible.
El argumento de que un mayor crecimiento económico puede ser necesario para evitar una catástrofe ambiental se basa en la transición hacia tecnologías limpias y eficientes. Los puntos clave que sustentan esta posición son las Inversiones en tecnología verde, la eficiencia energética y el crecimiento sostenible.
Alcanzar niveles cero de emisiones de carbono requiere inversiones masivas en energías renovables, infraestructura de transporte limpio, y procesos industriales sostenibles. Estas inversiones son fundamentales para desarrollar y desplegar tecnologías que puedan reducir las emisiones de manera significativa.
La mejora en la eficiencia del uso de recursos no solo reduce el impacto ambiental, sino que también puede impulsar la productividad económica. La transición a tecnologías más eficientes, como las bombillas LED en lugar de las incandescentes, es un ejemplo de cómo se pueden obtener ahorros sustanciales y, al mismo tiempo, fomentar el crecimiento económico. Pero, esta es mi opinión, y en eso se que difiero de lo que piensan mis amigos verdes, esto no se podrá conseguir sin la utilización de energía nuclear.
La noción de crecimiento sostenible implica un cambio en el paradigma económico tradicional. Se trata de un crecimiento cualitativo más que cuantitativo, donde el aumento en el PIB se logra mediante la optimización de recursos y la innovación tecnológica, en lugar de la explotación de recursos naturales de manera insostenible.
No abordar el cambio climático y sus consecuencias puede resultar en costos económicos mucho mayores a largo plazo debido a desastres naturales, pérdida de biodiversidad y salud pública deteriorada. Por lo tanto, invertir en tecnologías limpias y sostenibles ahora puede prevenir gastos exorbitantes en el futuro.
La economía verde tiene el potencial de crear millones de empleos en sectores como la energía renovable, la eficiencia energética y la gestión sostenible de recursos. Esto puede contribuir al crecimiento económico al aumentar el empleo y generar nuevos mercados y oportunidades de negocio. Soy consciente de que esta explicación no consuela a los que trabajan en industrias antiguas, que pierden sus empleos o se sienten amenazados por las nuevas tecnologías. Algo así a sucedido anteriormente, cada vez que hemos pasado de un paradigma energético-productivo a otro nuevo: del sol y el músculo al vapor, del vapor a la electricidad, de la mecanización a la digitalización etc.
Pensándolo bien, la premisa de que evitar una catástrofe ambiental requiere mayor crecimiento económico no es paradójica, cuando se considera desde la perspectiva de un desarrollo sostenible. Este enfoque reconoce que el crecimiento económico no solo puede coexistir con la sostenibilidad ambiental, sino que puede ser impulsado por ella a través de la innovación y la eficiencia. La clave está en redefinir el crecimiento económico para que incluya el bienestar ambiental como un componente central. Debo añadir que mi partido tiene una gran confianza en la capacidad de la ciencia, para solucionar los problemas del medioambiente y el cambio climático.
Estoy deseando llegar a la plaza para discutir el artículo. Me pregunto ¿qué pensarán mis amigos sobre este razonamiento? A nivel personal, seguiré pensando que es mejor tratar de reducir mi consumición en todos los aspectos y tratar de alcanzar mi bienestar por otros caminos, como disfrutar de la naturaleza, caminar y tratar de disminuir el tamaño de mi huella medioambiental en la Naturaleza. Ya os seguiré contando.
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