Ayer me di dos paseos bastante largos y escribí sendas entradas. Hoy escribo antes de salir a pasear, pues me encuentro la noticia del atentado contra Trump al abrir el ordenador. Estas noticias siempre le pillan a uno desprevenido. No porque no sea algo que puede pasar y que de hecho ha pasado con cierta frecuencia en Estados Unidos y hasta aquí, en la tranquila Suecia. Me pongo a hacer una pequeña retrospectiva histórica sobre la violencia política y veo que la lista es muy larga. Junto aquí los atentados cometidos contra políticos en activo o ya retirados, tanto los que resultaron en la muerte de la víctima como los fallidos y algún que otro duelo a muerte entre políticos, que también ha habido.

Si nos remontamos a los albores de la nueva nación americana, encontramos a un político esencial para la revolución, Alexander Hamilton, nacido en 1757, que fue uno de los padres fundadores de los Estados Unidos. A su vez, fue un influyente intérprete y promotor de la Constitución de los Estados Unidos, así como el fundador del sistema financiero de la nación, el Partido Federalista, la Guardia Costera de Estados Unidos y del periódico The New York Post. Hamilton fue el autor principal de las políticas económicas de la administración de George Washington, como primer secretario del tesoro. El 11 de julio de 1804, a consecuencia de las publicaciones del Albany Register en las que se insinuaba que Hamilton había menospreciado y ridiculizado al vicepresidente Aaron Burr, se batieron en duelo con pistolas, quedando Hamilton mortalmente herido.

Al presidente Andrew Jackson le intentó matar Richard Lawrence disparándole, pero ambos disparos fallaron. También tuvo suerte James G. Blaine, secretario de Estado, que sobrevivió a un intento de asesinato cuando era congresista, en 1853. Abraham Lincoln, sufrió varios atentados, antes de ser asesinado en 1865. James A. Garfield, también presidente en oficio, fue asesinado el 2 de julio de 1881 por Charles J. Guiteau en la estación de tren de Baltimore y Potomac en Washington, D.C. muriendo a causa de sus heridas el 19 de septiembre de 1881. En 1901, William McKinley – Asesinado el 6 de septiembre de 1901 por Leon Czolgosz en el Templo de la Música en Buffalo, Nueva York. McKinley murió a causa de sus heridas el 14 de septiembre de 1901. La muerte de John F. Kennedy, asesinado el 22 de noviembre de 1963, presumiblemente por Lee Harvey Oswald en Dallas, la recuerdo claramente pues me impactó mucho ver las imágenes en televisión.

Theodore Roosevelt, ya después de haber dejado la presidencia, fue disparado en un intento de asesinato por John Flammang Schrank durante su campaña para un tercer mandato, pero sobrevivió. También tuvo suerte Franklin D. Roosevelt, que en 1933, antes de asumir la presidencia, Giuseppe Zangara intentó matarlo, pero falló y en su lugar mató al alcalde de Chicago, Anton Cermak. Aun más suerte tuvo  Harry S. Truman, cuando en 1950, dos nacionalistas puertorriqueños intentaron asesinarlo en Blair House, donde estaba viviendo mientras la Casa Blanca estaba siendo renovada. Más a lo bestia, pero sin conseguirlo, intentó Samuel Byck matar a Richard Nixon en 1974, intentando secuestrar un avión para estrellarlo contra la Casa Blanca.

A Gerald Ford, le intentaron matar dos veces y las dos veces fueron mujeres. El primero de los intentos lo hizo Lynette «Squeaky» Fromme en 1975. Lynette era miembro de la banda de James Manson y falló el intento porque, aunque la pistola Colt semiautomática que llevaba iba cargada, no había cargado la recámara y, al apuntar a Ford, fue inmovilizada rápidamente por la escolta del presidente. Solo 17 días después lo intentó Sara Jane Moore desde 12 metros, pero falló por muy poco.

Jimmy Carter se salvó en 1979, cuando Raymond Lee Harvey fue arrestado con un arma cargada en un evento en Los Ángeles, donde Carter iba a dar un discurso. Peor le fue a Ronald Reagan, que en 1981, sufrió un intento de asesinato perpetrado por John Hinckley Jr, que le disparó y lo hirió gravemente.

Suerte tuvo también George H. W. Bush, en  1993, cuando se descubrió un complot para asesinarlo con un coche bomba durante una visita a Kuwait. Esto me recuerda el intento de asesinato perpetrado por ETA contra Aznar en plena campaña electoral para las elecciones generales de España de 1996, donde moriría una señora de avanzada edad y del que saldría ileso, debido a que el coche estaba blindado.

A Bill Clinton también le intentaron asesinar. En 1994, Francisco Martin Duran disparó con un rifle hacia la Casa Blanca sin mayores consecuencias. Buch hijo estuvo muy cerca de la muerte en 2005, cuando Vladimir Arutyunian lanzó una granada hacia Bush durante un discurso en Georgia, que por suerte no explotó.

La lista de políticos y presidenciables es, del mismo modo, importante. Huey P. Long, gobernador de Luisiana y senador, fue asesinado en Baton Rouge, Luisiana. Robert F. Kennedy, senador por Nueva York y hermano del presidente John F. Kennedy, fue asesinado en Los Ángeles, California mientras hacía campaña en 1968, un año muy violento. En 1972, George Wallace, gobernador de Alabama, fue herido en un intento de asesinato por Arthur Bremer durante su campaña presidencial, quedando paralítico. Harvey Milk, miembro de la Junta de Supervisores de San Francisco, fue asesinado en San Francisco, California, junto con George Moscone, alcalde de San Francisco, en 1978. Otros políticos y personas significativas para la vida política en los Estados Unidos sufrieron también atentados mortales , como Medgar Evers, activista de derechos civiles y secretario de campo de la NAACP en Misisipi, fue asesinado en Jackson, Misisipi en 1963 y Martin Luther King, Jr. corrió la misma suerte en Atlanta, Georgia, en 1968.

La lista es muy larga y seguro que me he dejado alguno en el tintero. Por tanto, aún siendo inesperado no es algo excepcional que un presidente americano o un candidato a presidente, sufra un atentado. Si quisiéramos dar una lista de todos los sucesos ocurridos en el continente americano, no bastaría con una entrada, sería necesario un libro entero y, aun así podríamos olvidar algún hecho, por no decir, en caso de querer dar una imagen de la violencia política en todo el mundo. Aquí, en Suecia, estamos todavía un poco traumatizados con la muerte del primer ministro Olof Palme en 1986. Ahora que da por ver cuales serán las consecuencias de este último atentado y que efecto tendrá en la campaña presidencial. Puede que ayude a Trump en su intento de recobrar el poder en la Casa Blanca. Lo sabremos en noviembre.