Me gusta pasear, ya lo sabéis, pero no siempre voy a pie. Algunas veces saco mi bicicleta roja y alargo mi alcance en muchos kilómetros. Sentado en el sillín, con el manillar en mis manos y con mis pies pedaleando alegremente, disfruto del paisaje y contemplo el ir y venir de la ciudad. En mi bicicleta me siento a veces, no os riais por favor, invisible, como si pudiera fundirme en el ambiente de las calles. Sinceramente, creo que uno de los inventos más geniales del hombre ha sido justamente la bicicleta. El invento ya tiene más de 200 años y su inventor, el barón Karl Drais, se sorprendería del éxito de su “draisiana” que el ideó, medio en serio, medio en broma, en su ciudad natal de Karlsruhe en 1817. En realidad, el buscaba aumentar la velocidad del que corría y la primera bicicleta era simplemente una maquina de correr, sin pedales, que alargaba el trayecto de la zancada.
Aunque a mediados de 1860 se introdujeron los pedales en las ruedas delanteras, la bicicleta, como la conocemos hoy, no empezó a usarse en serio como medio de transporte hasta que el inglés John Kemp Starley inventó lo que el llamó “la bicicleta de seguridad” 1885, que él bautizó como “Rover” (vagabundo), fundando así una marca que aún perdura y que ha sido utilizada para diferentes vehículos. Esta bicicleta tenía una cadena y un sistema de tracción trasera similar al que se usa en las bicicletas modernas. Fue la precursora de las bicicletas tal como las conocemos hoy en día. Faltaba solo un pequeño gran invento, el de John Boyd Dunlop, veterinario irlandés que tuvo la idea de construir unos neumáticos para el triciclo de su hijo en 1888. En 1899 se vendieron ya más de un millón de bicicletas en Estados Unidos.
Este sencillo invento revolucionó el transporte de personas y fue algo que se implemento rápidamente, de forma parecida a la implantación de los teléfonos inteligentes. El secreto estaba en que era algo que casi todo el mundo podía costearse. Aquí en Lund, siempre con problemas para acoger a una creciente población, por la escasez de viviendas, permitió la expansión de las industria, pues muchos trabajadores podían acceder a sus trabajos en la ciudad desde sus viviendas en los pueblos adyacentes gracias a la bicicleta. El que por primera vez visita Lund advierte que es una ciudad donde las bicicletas mandan. El tráfico está pensado para ofrecer la mayor movilidad posible a las bicicletas, en detrimento de otros traficantes. Todo empezó a finales del siglo XIX, cuando Wilhelm Hedemann-Gade se mudó desde Malmö a Lund en 1881. El traía consigo su afición por los deportes, que él contagió a muchos en su nueva ciudad. Principalmente el ciclismo y el patinaje, eran los deportes que le gustaba practicar. Se hacía llamar mayorista, tenía una agencia para las compañías de seguros Skandia y Fylgia e importaba bicicletas y neumáticos ingleses. Durante diez años a partir de 1895 participó como político en la dirección del ayuntamiento de Lund, dirigiendo la administración y señalización, la iluminación, limpieza etc. de calles. Y también he sido miembro del consejo técnico de la ciudad, todo hay que decirlo, y sé que queda mucho de su forma de pensar en la actual política de trafico de la ciudad.
Hedemann-Gade fue el primero que tuvo una bicicleta en Lund. Su primera bicicleta era el llamado velocípedo con una rueda delantera grande y una rueda trasera mínima. En 1887, Wilhelm Hedemann-Gade fundó el club ciclista de Lund. También fundó el club de patinaje de Lund. Estos deportes se practicaban en el que todavía es el campo deportivo central de Lund en Trollebergsvägen. Si nos fijamos en el trazado de este estadio, constataremos que en su día fue construido como velódromo. El estadio de Lund es el campo deportivo más antiguo de Suecia que todavía está en uso. Hoy en día allí no se anda en bicicleta ni se patina, pero se corre y salta en lo que al menos los residentes de cierta edad de Lund llaman todavía «Centrala idrottsplatsen».
Pero el pedalear no se hizo popular hasta que un verdadero “tredsetter” de la época, el farmacéutico Fredrik Montelin, apareció en una foto montado en una bicicleta. Rápidamente el interés por la bicicleta se disparó y con el tiempo fue calando desde los más pudientes hasta las clases medias y finalmente hasta los trabajadores. Con el tiempo, las mujeres también conquistaron la bicicleta y hoy constituyen una mayoría en el ciclismo de Lund. La bicicleta conquistó Lund y hoy reina en la ciudad. Todos, desde el alcalde hasta el pequeño de cinco años camino del colegio, van en bicicleta y no se dejan asustar por las inclemencias del tiempo; haga frío, calor, llueva o nieve, el vecino de Lund va a su trabajo, a su escuela o a su ocio en bicicleta. Hoy me fui a Södra Sandby, a nueve kilómetros del centro, y seguí hasta el bosque de Skrylle, y desde allí, pasando por Dalby, regresé a casa con viento en popa. Una foto del archivo de la ciudad que muestra la familia de Hedemann-Gadecon sus bicicletas y otra de mi bicicleta en Södra Sandby, camino de Lund.
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