Voy paseando por las calles de Lund bañadas por una neblina grisácea, cubiertas por un cielo plomizo que llega hasta los tejados diluyendo sus contornos en leves velos. A menos de cien pasos, la niebla difumina el paisaje. Mis pies van caminando por suelos, momentáneamente libres de la capa de hielo que las bajas temperaturas de días pasados les habían untado, caparazón duro y resbaladizo, que obligaba a mantener la vista puesta en el suelo, para no resbalar. Como voy bastante ligero, a un paso casi marcial, me pongo a cantar para mis adentros:

Allons enfants de la Patrie,

Le jour de gloire est arrivé !

Contre nous de la tyrannie

L’étendard sanglant est levé,

Entendez-vous dans les campagnes

Mugir ces féroces soldats ?

Ils viennent jusque dans vos bras

Égorger vos fils, vos compagnes!

Debe de ser porque ayer escribí sobre el liberalismo y mi preocupación por lo que nos viene, con todo cargado de populismo y, por qué no, tiranía. Es fácil marcar el paso a buena velocidad, siguiendo su tacto. Uno dos, uno dos, uno dos. Voy pensando que esta canción tiene una historia fascinante, que tiene mucho que ver con la forma de movilizar a las masas en nuestros tiempos. La canción fue compuesta por Claude Joseph Rouget de Lisle, un oficial del ejército francés y músico aficionado, que el 25 de abril de 1792, en Estrasburgo, la interpretó  por primera vez ante el alcalde de la ciudad. Su propósito era inspirar a las tropas francesas frente a la inminente invasión de Austria y Prusia, que buscaban acabar con la Revolución Francesa. Originalmente titulada «Chant de guerre pour l’armée du Rhin» (Canto de guerra para el ejército del Rin), fue escrita para movilizar el patriotismo revolucionario. Y es que, en París, el ímpetu revolucionario comenzaba a flaquear, y es en ese contexto en el que el barón Philippe-Frédéric de Dietrich, alcalde de Estrasburgo y maestro de la logia masónica local, pide a su invitado, también masón, Rouget de Lisle, que siempre andaba tarareando las grandes obras de los músicos italianos y franceses, componga una canción que sirva para reunir a los campesinos de todas partes, convertidos en soldados, para que se movilicen a defender su patria amenazada. Parece ser que fue esa misma noche de abril, cuando Rouget de Lisle escribió “Chant de guerre pour l’Armée du Rhin” (Canción de guerra para el ejército del Rin), dedicándosela al mariscal Nicolas Luckner, un masón bávaro al servicio de Francia. Al pobre De Dietrich le ejecutaron el año siguiente los revolucionarios, durante el Reinado del Terror.

Los soldados voluntarios de Marsella, que la habían oído cantar Le Chant de guerre, la eligieron como canción de marcha y así entraron en Paris el 30 de julio de 1792. La melodía se convirtió pronto en el reclamo de la Revolución Francesa y fue adoptada como “La Marsellesa” para en 1795 ser elevada a himno oficial de la revolución y de la propia Francia. Pero en Alsacia, como la mayoría de los campesinos no hablaban francés, hubo de ser traducida al alemán como “Auf, Brüder, auf dem Tag entgegen” (¡Adelante, hermanos, hacia el día!)

A Napoleón no le hacía gracia La Marsellesa y la sustituyó por “Veillons au salut de l’Empire” (Velemos por la salvación del Imperio) y la canción revolucionaria llegó a estar prohibida durante los reinados de Luis XVIII y Carlos X, siendo reinstaurada sólo brevemente tras la Revolución de Julio de 1830. Más tarde, durante el reinado de Napoleón III, se cantaba “Partant pour la Syrie” (saliendo hacia Siria), pero la necesidad de motivar al pueblo francés durante la Guerra franco-prusiana, devolvió a La Marsellesa su lugar como himno nacional. Es sumamente interesante ver como el himno nacional francés, según la coyuntura política, pasa de ser un canto revolucionario a glorificar los imperios autocráticos de Napoleón I y Napoleón III. Pero, como todos sabemos La Marsellesa regresó a Francia llegando a transcender sus fronteras, y hasta fue adoptada por los revolucionarios rusos como La Marsellesa de los Trabajadores, llevando la melodía de La Marsellesa. La letra fue escrita por Piotr Lavrov, publicada por primera vez el 1 de julio de 1875. La letra no es una traducción directa del francés sino de espíritu radical-socialista. Este himno fue popular durante la Revolución rusa de 1905 y fue usado como himno nacional de Rusia por el Gobierno Provisional hasta su caída en la Revolución de Octubre. Los soviéticos lo adoptaron al principio junto con La Internacional.

La Marsellesa y La Internacional son cantos revolucionarios nacidos en tabernas, entre gente garrida con ganas de luchar. Cantos de lucha que celebran la victoria por adelantado. La Internacional es considerada como el himno oficial de los trabajadores del mundo entero​. ​ La letra original, en francés, es de Eugène Pottier, y fue escrita en 1871 dentro de su obra Cantos Revolucionarios. En 1888 Pierre Degeyter la musicalizó por encargo Gustave Delory, dirigente del Partido Obrero Francés en la ciudad de Lille para el repertorio de la coral del partido la Lira de los Trabajadores, que la interpretó por primera vez en la taberna La Liberté de la rue de la Vignette de Lille. En 1889 fue adoptada como himno de la Segunda Internacional, la Internacional Socialista y fue el himno de la URSS desde su creación en 1922 hasta 1944, que, en un tiempo marcado por el nacionalismo, adopto un nuevo himno que glorificase la unión de las repúblicas soviéticas, el mismo himno que Rusia utiliza ahora con una nueva letra, pero realzando la valía del pueblo ruso Gimn Sovetskogo Sojuza.

El himno alemán, nacido en un contexto nacional-liberal en 1841, para promocionar la unión de los 30 estados de habla alemana. Más conocido por el íncipit de la primera estrofa: “Deutschland, Deutschland über alles”, sobre todo en tiempos de Hitler, el himno alemán conservo su música pero quedó reducido a la tercera estrofa, que reza: “Einigkeit und Recht und Freiheit” (Unidad y Justicia y Libertad). Una llamada a la unidad parece ser el denominador común de muchos himnos, no del español, que como sabemos, es mudo. La Marcha Real o Marcha granadera ha sido el himno de España desde el siglo XVIII, con la excepción del Trienio Liberal (1820-1823) y la Segunda República (1931-1939), en cuyos períodos se adoptó el Himno de Riego. Yo me permito especular que no hay texto por no haber consenso en “lo español”. Aquí se podrían discutir muchas razones, pero eso lo dejaré para otra entrada, por no abrir un melón tan voluminoso. El caso es que nadie le ha puesto una letra que perdure. En cambio, en Cataluña, se construyó un himno a finales del siglo XIX que curiosamente tiene cierto parecido con el sueco, en cuanto a su relación con un pasado supuestamente glorioso:

Catalunya, triomfant,

tornarà a ser rica i plena!

Endarrere aquesta gent

tan ufana i tan superba!

Bon cop de falç!

Bon cop de falç, defensors de la terra!

Bon cop de falç!

El himno sueco, nació aplicando dos nuevas estrofas a una melodía popular muy conocida. El autor de la letra, Richard Dybeck están marcadas por el escandinavismo, y se refieren a “Norden” (la unión de países nórdicos) en lugar de referirse a Suecia exclusivamente. Por tanto, se asemeja al himno alemán. La similitud con Els segadors radica en la alusión a un tiempo mejor, con poder y riqueza.  La canción comenzó a ser utilizada como himno nacional a partir de la década de 1890,  como es el caso del himno catalán, en fiestas de carácter patriótico.

Tú, antiguo, tú, libre, tú, Norte de altas montañas,

¡Tú, silencioso, afable y alegre!

Te saludo a ti, el país más amigable del mundo.

Tu sol, tu cielo, tus prados verdes.

Tú reinas en la memoria de gloriosos días pasados,

cuando tu nombre era venerado en todo el mundo.

Sé que eres y serás lo que fuiste.

Sí, yo quiero vivir y quiero morir en el Norte.

¡Y todo eso cantado a coro! Yo, que he cantado en algunos coros, puedo afirmar que, cuando un coro canta al unísono, se genera una sensación casi mágica de ser parte de algo más grande que uno mismo. Las voces individuales se mezclan en una sola corriente sonora, y esa sincronía crea un estado de cohesión que puede ser profundamente emotiva. Un caldo de cultivo perfecto para los sentimientos nacionalistas, un invernadero capaz de preservar la conciencia nacional y el orgullo de pertenecer a un grupo.  Giuseppe Mazzini, el primer promotor del movimiento nacional italiano, estaba seguro del efecto que la música y la canción patriótica tenía en la gente y afirmaba que mientras la melodía simboliza la individualidad, la armonía es el símbolo del pensamiento social.

Sin duda, la música coral es el mejor reflejo de la sociabilidad popular y ha sido utilizada por los movimientos nacionales por doquier, y especialmente entre los nacionalismos periféricos.  En España, el movimiento coral comienza en el litoral este a mediados del siglo XIX, especialmente en Cataluña y Valencia. En el norte, destaca el País Vasco y Galicia, y en parte también Cantabria y Asturias. El movimiento coral es fuerte allí donde la organización de los trabajadores y el nacionalismo periférico eran más relevantes. Tenemos constancia de como proliferaban los coros de Clavé de donde saldrían más tarde organizaciones aún en activo, como la Sociedad Coral de Bilbao, el Orfeón Donostiarra, el Orfeón Pamplonés o el Orfeó Català. Funcionaban estos coros un poco como los equipos de fútbol de ahora, potenciando el orgullo patriótico cuando conseguían ganar competiciones, como las que se organizaban a partir de 1860.

Hace bastante rato que he abandonado el caminar al tacto de la Marsellesa, porque es bastante fatigoso y porque atrae la atención sobre mí de los demás transeúntes. Pero sigo pensando que los himnos son esenciales para forjar “el espíritu nacional” y los coros son indispensables para transmitir la identidad nacional. Coros e himnos son tan importantes como las insignias y los símbolos. Sigo pensando en el ejemplo catalán y recuerdo mi última visión y experiencia de una tradicional sardana, interpretada por un grupo de músicos en La Plaça del Diamant de Gràcia. El conjunto de sensaciones producidas por los instrumentos y los corros de bailarines, cogidos de las manos, concentrados en el paso, es algo que yo recomiendo, para el que quiera conocer el origen del sentimiento catalán. La música está en continua relación con los procesos identitarios y de construcción nacional a partir del siglo XVIII.

Terminaré con otro tipo de música política, o más bien música empleada por políticos para aumentar el atractivo de sus apariciones. Empezaré con el general americano Dwight Eisenhower. Lo he escuchado esta mañana en Radio Nacional pero no he podido encontrar otras fuentes fidedignas. Se dice que el general se presentó como candidato a la presidencia de Los Estados Unidos de 1952 representando al partido republicano. Lo hizo, al parecer, subiendo a la tribuna a los acordes ¡del Relicario! En las elecciones de noviembre derrotó al candidato demócrata Adlai Stevenson por mayoría aplastante. Además, Eisenhower empleó la música, los slogans políticos y los dibujos animados combinados en su campaña televisiva.[1] Este presidente fue el que comenzó el deshielo entre Estados Unidos y la España de Franco.[2] Más cercano está el baile de Hillary Clinton al son de La Macarena.[3] Yo, ahí no llego, y sigo mi camino a paso allegro ma non troppo.


[1]https://www.bing.com/videos/riverview/relatedvideo?q=eisenhowe+Ike+film+for+television+campaign+1952&mid=55BE7CC85C141A97F31455BE7CC85C141A97F314&FORM=VIRE

[2]https://www.bing.com/videos/riverview/relatedvideo?&q=eisenhower+el+relicario&&mid=F3904DB8B3C9059A2492F3904DB8B3C9059A2492&mmscn=mtsc&aps=10&FORM=VRDGAR

[3]https://www.bing.com/videos/riverview/relatedvideo?&q=clinton+la+macarena&&mid=8B8AF9EF0D31CA1A7F1E8B8AF9EF0D31CA1A7F1E&&FORM=VRDGAR