Voy paseando y no dejo de pensar en el efecto Trump. Si miramos a nuestro alrededor, encontramos, al mismo Trump, este hombre fruto de la paz, nacido al año siguiente del final de la segunda guerra mundial, nieto de un emigrante alemán e hijo de un hombre que se hacia pasar por sueco, por si acaso. Curiosamente, el mismo Trump mantuvo mucho tiempo la ilusión de ser descendiente de suecos. Sin duda sabe hacerse el sueco.

Alrededor, como satélites por todo el planeta, pululan los líderes de la extrema derecha. Empezando por las damas: Marine Le Pen, Reagrupamiento Nacional, antes Frente Nacional, Tiene opciones para ser la próxima presidenta de Francia. Giorgia Meloni, de los Hermanos de Italia, está ya en el poder, más Matteo Salvini con su Liga, antes Liga Norte. Viktor Orbán con el Fidesz – Unión Cívica Húngara, asociado con la extrema derecha, tiene ya el poder en su país. Jarosław Kaczyński con su partido Ley y Justicia, a tenido el poder y tiene aún un gran apoyo en la sociedad polaca. Tino Chrupalla y Alice Weidel en Alemania con Alternativa para Alemania, pueden dar la sorpresa en las próximas elecciones y eso sería verdaderamente sonado. Menos sorprendente es que en Austria gane el poder Herbert Kickl con su Partido de la Libertad de Austria o que Geert Wilders con su Partido por la Libertad, y Thierry Baudet, con el Foro para la Democracia, tengan la iniciativa en un país dividido. En Grecia Ilias Kasidiaris, que fue miembro del ahora ilegalizado partido neonazi Amanecer Dorado esta ahora a la cabeza del movimiento Solución Griega. Riikka Purra con el Partido de los Verdaderos Finlandeses, tiene un peso importante en el gobierno del país nórdico. El Trump europeo, Nigel Farage lideró el UK Independence Party (UKIP) y luego el Brexit Party y ahora le hace sombra a los tories, disputándoles la derecha de la política británica. Aquí en Suecia, tenemos a Jimmie Åkesson con su partido Demócratas de Suecia, lo suficientemente poderoso como para decidir desde la sombra, la política sueca, sin estar en el gobierno por la oposición de mi propio partido, los liberales, pero condicionando mucho la política a seguir, ya que el gobierno precisa de sus votos. Los demócratas de Suecia son lo que es Junts para Sánchez en España. Finalmente, uno de los invitados a la instalación de Trump, fue Santiago Abascal, líder de Vox y posible bisagra en España, si la actual coalición que gobierna en España se rompiese o si en las próximas elecciones, los votantes decidiesen en mayor medida que en las últimas, votar a la derecha.

No está solo Trump, como vemos, y si sumamos otro de los asistentes a su instalación como Javier Milei con su partido de La Libertad Avanza, que se autodenomina libertario, pero que en muchas de sus posturas y retórica tienen afinidades con la extrema derecha, como su rechazo al feminismo, el ambientalismo y su posición anti estatista radical. El argentino va acompañado de muchos otros políticos sudamericanos como los Bolsonaro (padre e hijo) en Brasil, Detrás de esos líderes hay una gran porción de los votantes que están dispuestos a darles su voto. En cifras redondas, el apoyo a partidos de extrema derecha o ultraconservadores oscila entre el 10% y el 25% en muchos países de Europa, lo que representa un aumento considerable en comparación con décadas anteriores. Los analistas consideran por lo general que los factores que han propulsado esta situación deben buscarse en la crisis migratoria, la desconfianza en la Unión Europea, el aumento del populismo y el descontento con las élites tradicionales. Sí, me parece lógico, pero yo buscaría un poco más profundo; bajaría hasta la educación. Todo empieza en la escuela, lo sabemos de sobra.  

Como sabéis, a mi me gusta usar metáforas y lo pienso hacer ahora, en este intento de análisis de lo que está pasando a nuestro alrededor. Yo me baso simplemente en los datos de los que dispongo, sobre cómo votarían los alumnos de noveno grado (15-16 años) y los de bachiller (16-19 años). Aquí en Suecia, hacemos elecciones de prueba que son elecciones que siguen el modelo de las auténticas elecciones. Se hacen periódicamente, siguiendo las elecciones generales y europeas. Si miramos a las últimas elecciones al Parlamento Europeo en 2024 podemos ver un cambio relevante en la intención de voto respecto a las elecciones de 2019. Hace cinco años participaron 65 000 alumnos y los tres partidos más votados fueron los moderados 19,3%, el partido verde 16,1% y los socialdemócratas 15,2%. Los demócratas de Suecia quedaron en cuarto lugar con el 12,6% de los votos.

En comparación, en las elecciones escolares de 2024, el partido más votado entre los jóvenes fue el de los demócratas de Suecia con 24,48% de los votos, seguido de los moderados con 23% y, en tercer lugar, los socialdemócratas con 18,47%. Y si se quiere ver la tendencia aún más clara, basta con constatar que si se comparan los alumnos de secundaria con los de bachillerato, se observa que los mismos tres partidos están arriba, pero en el bachillerato los Moderados son el partido más votado con el 25,17 % de los votos, mientras que en secundaria los Demócratas de Suecia son el partido más grande con el 32,65 % de los votos. ¿Qué está pasando? Pues, simplemente, que para aquellos que cursan séptimo y noveno grado de secundaria, los Demócratas de Suecia han estado presentes y han sido grandes desde que tienen una noción sobre política. Es menos dramático para ellos votar por los Demócratas de Suecia, se han normalizado.

Y, ¿cómo puede ser que estos jóvenes que han crecido en la escuela sueca cuyos planes de estudio puntualizan el deber de la escuela de formar las futuras generaciones en valores esencialmente democráticos y humanistas, voten a partidos que niegan la igualdad entre los géneros y el valor universal de los derechos humanos, y que además niegan que el cambio climático se deba a la acción de los humanos? Porque, se puede leer bien claro, cuales son las intenciones respecto a la escuela en la legislación sueca:

“El sistema educativo se fundamenta en los principios de la democracia. La Ley de Educación (2010:800) establece que la educación dentro del sistema escolar tiene como propósito que los alumnos adquieran y desarrollen conocimientos y valores. Debe fomentar el desarrollo y el aprendizaje de todos los estudiantes, así como un deseo de aprender durante toda la vida. La educación debe transmitir y arraigar el respeto por los derechos humanos y los valores democráticos fundamentales sobre los que se asienta la sociedad sueca. Cada persona que actúe dentro de la escuela también debe promover el respeto por la dignidad intrínseca de cada individuo y el respeto por nuestro entorno común.

La inviolabilidad de la vida humana, la libertad e integridad del individuo, la igualdad de valor de todas las personas, la igualdad entre mujeres y hombres, así como la solidaridad entre las personas, son los valores que la escuela debe representar y transmitir. De acuerdo con la ética heredada de la tradición cristiana y el humanismo occidental, esto se realiza mediante la formación del individuo en el sentido de la justicia, la generosidad, la tolerancia y la responsabilidad. La enseñanza en la escuela debe ser no confesional.”

Entonces, ¿cómo explicamos la tendencia a votar o apoyar a partidos de extrema derecha? Aquí voy a meter yo mi metáfora, me explico: cuando salimos a correr, o antes de efectuar un ejercicio corporal exigente, muchos de nosotros, solemos estirar, como se suele decir. Estiramos los músculos, porque hemos aprendido en alguna parte que eso es bueno para hacer buenas prestaciones y evitar lesiones. Cuando estiramos sentimos que el músculo reacciona tirando a su vez en sentido contrario, sin ceder. Lo que ocurre es que el cuerpo tiene un mecanismo de defensa llamado reflejo miotático. Cuando un músculo se estira rápidamente, los receptores sensoriales llamados husos musculares detectan el estiramiento y envían señales al sistema nervioso para contraer el músculo. Esto ocurre para proteger el músculo de un posible daño por sobreestiramiento. Los músculos se resisten, por tanto, a ese estiramiento, que nosotros queremos hacer pero que sin haberlos preparado adecuadamente puede provocar contracciones porque el cuerpo no está listo para el movimiento. Hay que calentar los músculos antes, prepararlos adecuadamente, sino se romperán.

Esto es lo que ha pasado con las generaciones jóvenes, que hemos querido tirar de ellos en el buen sentido, hacia mayor humanismo y mayor respeto y tolerancia y ellos han tirado con toda fuerza, al contrario. Creo que hemos olvidado algo muy importante: que antes de estirar hay que calentar. Y, ¿cómo se “calientan” los jóvenes? Si los músculos se calientan caminando o corriendo para estar preparados para estirar, los jóvenes se preparan para la escuela en sus hogares. En los hogares se aprenden las primeras nociones de sociabilidad, se aprende a ser un individuo y a vivir en sociedad. Lo que se escucha en la mesa del comedor es lo que verdaderamente marca al individuo, que, al llegar a la escuela, ya está medianamente formado. Cuando las ideas que se imparten en la escuela difieren mucho de lo que se oye en casa, es difícil que esas ideas de la escuela, por muy bien intencionadas que sean, echen raíces en los jóvenes.

Quizás la educación ha querido avanzar más rápido de lo que mucho del os jóvenes podían asimilar, diferenciándose tanto, la perspectiva oficial, del sentimiento de justicia reinante en muchos hogares. Si miramos atrás, dos, tres o cuatro generaciones, podemos ver que la socialdemocracia, el partido largamente hegemónico en Suecia, tenía un espectro ideológico muy ancho. Cabían, además del obrerismo, un nacionalismo, rayano en el chauvinismo y una heterosexualidad normativa. Con el tiempo, la socialdemocracia ha ido evolucionando hasta convertirse en un partido comprometido con la inmigración, la igualdad de género y la internacionalización, lo que ha hecho que, la parte más conservadora y tradicional de sus votantes, abandonen el partido.

Para empezar, la política migratoria ha sido uno de los temas más polarizadores en Suecia. Los Demócratas de Suecia han basado gran parte de su narrativa en una crítica hacia las políticas migratorias abiertas promovidas por los socialdemócratas y otros partidos tradicionales. Muchos votantes perciben que la llegada de inmigrantes ha generado problemas de integración, como desempleo, tensiones culturales y aumento de la delincuencia. Los Demócratas de Suecia han sabido canalizar estas inquietudes, presentándose como un partido que promete «orden» y «seguridad», las palabras de moda.

2. Desindustrialización y pérdida de empleos en áreas rurales

En las regiones tradicionalmente industriales o rurales, donde los socialdemócratas solían ser fuertes, la globalización, el cierre de fábricas y la automatización han generado un sentimiento de abandono. Los Demócratas de Suecia han logrado conectar con estas comunidades al hablar de proteger los empleos locales, oponerse a tratados comerciales que perjudican a los trabajadores suecos y criticar a las élites urbanas.

Muchos votantes consideran que el Partido Socialdemócrata se ha distanciado de sus raíces obreras y ha adoptado posturas más tecnocráticas o progresistas, alejándose de las preocupaciones cotidianas de la clase trabajadora, mientras que ellos (SD) se presentan como un partido «anti-establishment» que defiende los intereses del «pueblo común» frente a las élites políticas.

Una buena parte de la población siente que los valores tradicionales suecos están siendo amenazados por la multiculturalidad y los cambios sociales, contra lo que SD promueve una narrativa de «recuperar Suecia», apelando a un pasado idealizado que coincide con la percepción de votantes desilusionados.

Por último, está el papel de los medios de comunicación y plataformas de medios sociales. La creciente presencia de SD en los medios de comunicación, junto con una estrategia más moderada en su discurso oficial, ha contribuido a su normalización, y ha facilitado que votantes socialdemócratas tradicionales consideren a SD como una alternativa viable.En el pasado, hace diez o doce años, votar a SD era considerado inaceptable por sus raíces en movimientos ultranacionalistas. Sin embargo, con su consolidación como el segundo partido más grande de Suecia, este estigma ha disminuido. Si consideramos que los socialdemócratas obtuvieron cerca de 1.8 millones de votos en 2022 y que aproximadamente el 15-20% de los votantes actuales de SD provienen de ellos, esto significa que SD podría haber captado entre 200 000 y 300 000 votantes directamente de la base socialdemócrata. Aproximadamente, entre 130 000 a 200 000 votantes habrían cambiado de los Moderados a SD.

Yo me he concentrado en Suecia, porque es aquí donde puedo encontrar cifras con más facilidad, algo parecido ocurre en España, con Vox pues, según diversas encuestas y estudios de transferencia de votos, se estima que una parte significativa de los votantes de Vox en 2019 provenían de antiguos votantes del PSOE. Sería entre el 15% y el 20% los votantes de Vox que habían votado anteriormente por el PSOE, aproximadamente entre 400 000 y 600 000 votos que podrían haberse trasladado del PSOE a Vox. Igualmente se estima que Vox ha captado entre 300,000 y 450 000 votos provenientes del PP en las elecciones de 2019 y 2023, entre el 10% y el 15% de los votantes actuales de Vox. En Cataluña, al independentismo le ha salido una formación de ultra derecha, la Vox Catalana o Aliança Catalana, un partido que se dice luchar por la independencia de Cataluña de manera unilateral, por el rechazo a la inmigración, por un proteccionismo a las empresas catalanas y por la defensa de una economía de mercado, otro MAGA en miniatura.