Sigue lloviendo y a uno le da ganas de seguir escribiendo. La verdad es que escribo sobre lo que pienso, y lo que pienso se debe casi siempre a lo que leo, a lo que veo en la tele o a alguna conversación que acabo de tener con un amigo o amiga. Lo que leo en este momento y lo que he visto en la televisión, me lleva a pensar en cómo ha cambiado la percepción que nuestra sociedad tiene de algo tan humano como es el sexo.

Yo viví mi juventud a finales de los 60 y comienzos de los 70. Todo era muy diferente en aquellos tiempos. Para empezar, yo era joven y, como cantaba Serrat, sentía “bullir la sang”. Seguro que a la mayoría no se os ha escapado la serie Adolescence. Yo la vi de un tirón, me engancho entre otras cosas por la superba interpretación de todos los roles, pero lo que quedó como poso para la posteridad, es el mensaje.

Se trata la serie de algo tan actual como los llamados incel. Bueno, con la serie “Adolescense” ya sabe todo el mundo lo que es un “incel” o célibe involuntario, léase, sujeto perteneciente a una subcultura que se manifiesta como comunidades virtuales de hombres que dicen ser incapaces de tener relaciones románticas o relaciones sexuales con mujeres, como sería su deseo, y eso tiene consecuencias muy serias, como en la serie. Tendremos quizás que buscar incel entre los votantes de los partidos de extrema derecha, que dicen querer revertir la sociedad hasta el punto de que el cuerpo de las mujeres pase de nuevo a ser objeto de posesión masculina.

Cuando quedó claro que Donald Trump había ganado las elecciones presidenciales, el ultraderechista Nick Fuentes escribió en una entrada en X que decía: «Your body, my choice. Forever» («Tu cuerpo, mi elección. Para siempre»). Era una referencia al eslogan que los activistas por el derecho al aborto en Estados Unidos han utilizado desde finales de los años 60: «My body, my choice» («Mi cuerpo, mi elección»). Esta entrada en X puso de manifiesto lo que está ocurriendo en el mundo en este momento, algo difícil de expresar con palabras. Un odio crudo hacia las mujeres, que encuentra su expresión más grotesca en la llamada manosfera, esa red de sitios web, pódcast y foros donde algunos hombres creen que la igualdad ha ido demasiado lejos y se regodean en la misoginia y las fantasías de venganza. El mensaje es claro: Vamos a recuperar el control sobre sus cuerpos.

Esto me lleva a pensar que aquí en Suecia, tuvimos un tiempo un científico muy criticado en su tiempo, un psicoanalista, conocido (que no amigo) de Freud y con parecida relación al mismísimo Einstein. Estoy pensando en Wilhelm Reich, un individuo que realmente se adelantó a su tiempo. Reich defendía la idea, en el emblemático año 1933, de que la represión sexual era la raíz de muchos problemas sociales. Reich sostenía que la represión sexual no solo afectaba al individuo, sino que era un mecanismo fundamental de control social. En su libro La psicología de masas del fascismo[1], argumentó que los regímenes autoritarios, como el nazismo, se basaban en la opresión del deseo y la supresión del placer sexual, fomentando así una sociedad sumisa y obediente. Las personas reprimidas sexualmente son más propensas a aceptar el autoritarismo, porque la frustración acumulada se canaliza en obediencia ciega y agresividad.

Todo empezó cuando Reich llegó a Berlín en 1930, con 27 años, justo a tiempo para presenciar el ascenso de los nazis, la máxima expresión del acorazamiento del carácter, diría él más tarde. Sin embargo, aunque continuó desarrollando sus teorías y escribiendo, ni siquiera sus correligionarios los comunistas mostraron mucho interés en su material. Su contrato con International Psychoanalytic Publishers fue cancelado después de que comenzara a defender la educación sexual y los anticonceptivos para adolescentes en lugar de la abstinencia, e incluso sugiriera que una expresión sexual saludable y desmitificada en los niños podría ser crucial para criar adultos sanos, y que sus preguntas debían responderse de manera franca. En 1932, en un folleto titulado «La lucha sexual de la juventud»[2], el Dr. Reich arremetió contra los mensajes contradictorios bajo los cuales los adolescentes intentaban comprender su sexualidad.

“Los jóvenes están contaminados, por un lado, por moralistas y defensores de la abstinencia y, por otro, por la literatura pornográfica”, escribió. “Ambas influencias son extremadamente peligrosas, la primera no menos que la segunda.” En ese momento, en Alemania, las consecuencias eran graves, observó el psiquiatra de 27 años… “La miseria sexual de la juventud moderna es inconmensurable, pero la mayor parte permanece oculta, bajo la superficie.” Sus opositores interpretaron sus declaraciones como si defendiera que los niños debían poder presenciar las relaciones sexuales de sus padres, aunque Reich nunca abogó por ello.

Persistió en su postura, argumentando enérgicamente contra la monogamia y defendiendo las “relaciones amorosas duraderas” que no estuvieran reguladas por la ley, sino sostenidas únicamente por el amor, que, de lo contrario, conducirían a una “desensibilización sexual”. Arremetió contra la dependencia económica de las mujeres, que las mantenía atrapadas en matrimonios forzados.

Lo más radical de todo fue su propuesta de que los niños fueran criados por una comunidad extendida, liberándolos así de las neurosis de sus padres biológicos. Estas ideas estuvieron, en cierta medida, influenciadas por experimentos sociales similares que se llevaban a cabo en la Unión Soviética , y en Suecia, Alva Myrdal, diseño algo muy parecido, que con el tiempo se convirtió en un sistema de cuidado de niños, que persiste hasta nuestros días.

El Dr. Reich estaba adentrándose en un territorio tabú que pocos se atrevían a cruzar, un territorio que seguiría siendo tabú mucho después de su muerte. En 1933, la postura sexual del Dr. Reich provocó que los nazis tomaran cartas en el asunto. Él y su amante escaparon a Dinamarca, solo para ser expulsados del Partido Comunista Danés. Se mudaron a Suecia, donde el Dr. Reich fue puesto bajo vigilancia, después de que la policía viera a una serie de pacientes entrar y salir de su hotel, sospechando de que se trataba de un proxeneta. Las autoridades le negaron una permiso de estancia más prolongado. A continuación, vinieron más sorpresas: no solo se canceló el contrato para publicar su libro Análisis del carácter, sino que, al llegar en 1934, cuando se presentó en la conferencia de la Asociación Psicoanalítica Internacional en Lucerna, le informaron que había sido expulsado el año anterior. Presentó un trabajo en la conferencia como invitado, pero el episodio marcó el fin definitivo de sus vínculos con la comunidad científica convencional. “Me dijeron que mi trabajo sobre la psicología de masas, que estaba dirigido contra el irracionalismo del fascismo, me había colocado en una posición demasiado expuesta”

Bueno, por seguir con el interesante Reich, en sus investigaciones, Reich afirmó haber descubierto una energía vital universal, a la que llamó orgón. Según él, esta energía estaba presente en la atmósfera y en los organismos vivos, y su flujo armonioso era esencial para la salud física y mental. Para canalizar esta energía, diseñó un dispositivo llamado Acumulador de Orgón, una caja de metal y madera donde las personas podían sentarse y, supuestamente, absorber orgón para curar enfermedades y revitalizar el cuerpo. Reich incluso afirmó que el orgón podría tratar el cáncer. La comunidad científica rechazó su teoría por falta de evidencia. En 1954, las autoridades estadounidenses lo acusaron de fraude y ordenaron la destrucción de sus acumuladores de orgón y sus libros y pasó los dos últimos años de su vida en la Penitenciaría Federal de Lewisburg, Pensilvania, donde cumplía una condena de dos años por distribuir su invento, el «acumulador de energía orgónica» (en violación de la Ley de Alimentos y Medicamentos), un dispositivo del tamaño de una cabina telefónica que supuestamente recogía energía de la atmósfera y podía curar, mientras el paciente se sentaba dentro, resfriados comunes, cáncer e impotencia.

De este señor no sabía yo nada en 1968. En aquellos años, alguno de mis amigos, me consta que eran bastantes, habían leído «El informe Kinsey»,  El de 1948[3] y, con toda seguridad el de 1953, ya explicaré por qué. Estos estudios dirigidos por Alfred Kinsey sobre el comportamiento sexual en hombres y mujeres fueron, parece ser, un golpe contra la moral tradicional. Kinsey reveló que la sexualidad real de las personas era mucho más diversa y activa de lo que se creía. Lo que Kinsey hizo fue prácticamente demostrar científicamente que la gente tenía prácticas sexuales consideradas tabú, como la masturbación y las relaciones prematrimoniales, cuestionó la moral represiva y mostró que el deseo sexual era natural. Kinsey abrió la puerta del armario, por así decirlo, para hablar de la sexualidad sin vergüenza ni culpa. El segundo informe, el de 1953, causó aún más revuelo porque hablaba de la sexualidad femenina[4] en una época donde se asumía que la mujer tenía menos deseo que el hombre.

El método que usó Kinsey y sus socios de investigación fue obtener más de 18.000 historias sexuales basadas en entrevistas presenciales. Financiado por la fundación Rockefeller y para proporcionar una ubicación segura, que garantizase la confidencialidad absoluta de las personas entrevistadas y ante la creciente colección de datos y otros materiales que Kinsey había recogido sobre la sexualidad humana, el instituto se estableció como una organización sin ánimo de lucro afiliada a la Universidad de Indiana. Con toda seguridad, el método usado por Kinsey habría tenido serios problemas para pasar la criba ética exigida hoy en Suecia y posiblemente también en España u otro país de la UE. También recibió criticas en su tiempo, tan importantes como las de la Asociación Americana de Estadística que cuestionaba la idoneidad del método empleado.

Lo mas importante del informe de 1948, sobre la sexualidad masculina era sus resultados respecto a la homosexualidad. Según el informe, la homosexualidad existía a todos los niveles sociales y ocupacionales y, nada menos que el 37% de los hombres entrevistados experimentaron alguna vez un orgasmo homosexual a partir de la adolescencia, aunque solamente un 4% de los entrevistados manifestaba una conducta estrictamente homosexual durante toda su vida y ya manifiesta durante la adolescencia. Ni que decir tiene que este informe levantó ampollas en la sociedad conservadora estadounidense, una sociedad en la que en 1953 el presidente Dwight D. Eisenhower firmó la orden ejecutiva n.º 10450 que, entre otras cosas, decía que el gobierno no podía dar trabajo a ningún homosexual en interés de la seguridad nacional. La prohibición de entrar en el funcionariado para los homosexuales se mantuvo hasta 1975.

El sexo era política entonces y lo es también ahora. No hay más que echar una ojeada a los periódicos de hoy, 30 de marzo de 2025, para ver artículos en los que furiosamente se ataca al juez que dispuso que el exfutbolista Dani Alves fuera absuelto de los cargos de violación que le llevaron a la cárcel. Yo no me atrevería a decir nada a favor o en contra de ese juicio, yo respeto las decisiones de los jueces, pero las reacciones a el juicio han sido, a mi parecer muy interesantes. Pero, quiero seguir con los informes Kinsey, porque el siguiente, el de 1953, se trataba de la sexualidad en la mujer.

Y, no es que fuera una novedad, eso de que las mujeres también tenían una sexualidad, eso lo habían discutido muchos con anterioridad como El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, que vio la luz en 1949 y que es considerado como uno de los fundamentos del feminismo moderno y tuvo un gran impacto en la percepción del rol de la mujer en la sociedad y su relación con la sexualidad. De Beauvoir argumentó que la mujer no nace subordinada, sino que la sociedad la ha condicionado a ese papel. Simone de Beauvoir proponía la autonomía sexual femenina, y cuestionaba la idea de que la mujer debía ser pasiva o definir su vida en torno al hombre. De repente, se abrió un debate sobre la liberación del cuerpo femenino, la maternidad y el derecho al placer sexual que inspiró los movimientos feministas de los años 60 que abogaban por la igualdad sexual.

No puedo evitar, por cuestiones obvias, ver la problemática de la libertad sexual desde una perspectiva masculina, pero, mirando atrás, la obra de Betty Friedman, de 1963 tuvo que ser muy importante en la crítica del papel de la mujer en la sociedad estadounidense. En Suecia se recibió como una fuente liberadora que denunciaba la insatisfacción oculta de muchas amas de casa. “La mística de la feminidad”[5] fue obra clave para la segunda ola del feminismo, que defendía, entre otras cosas, la autonomía sexual de las mujeres.

Amelia Valcárcel escribe en su presentación de la edición en castellano: “La mística de la feminidad es un clásico del pensamiento feminista que se publicó originalmente en Estados Unidos en 1963. Se trata sobre todo de un libro de investigación respaldado por un abundante trabajo descriptivo. Sólo como consecuencia de esto se acaba convirtiendo en un libro militante. Y eso lo aproxima al otro gran clásico del siglo xx, El segundo sexo de Simone de Beauvoir. Betty Friedman publicó su libro en febrero de 1963, pero había trabajado en él desde 1957. Lo empezó en “el medio del camino de la vida”, a Jos treinta y seis años, cuando era un ama de casa de barrio residencial con tres hijos. La mística comenzó como un artículo, algo largo que, por cierto, ninguna revista femenina quiso publicar.”

En mi juventud, quizás no entendiésemos de feminismo, pero sí creíamos en la igualdad. Muchos dichos me vienen a la cabeza: cada oveja con su pareja, nunca falta un roto para un descosido o el que busca encuentra. No sé, yo creo que eso de los medios de masas y la idea de perfección que se cultiva en ellos, hace que nadie se conforme con alguien del montón. Todos quieren el chico perfecto o la chica perfecta. Será por eso que algunos prefieren quedarse en su cuarto y planificar asesinatos o masacres o votar a políticos que rezuman odio, en lugar de salir con un chico o una chica común y corriente. Y parece que la actividad sexual está disminuyendo de una forma alarmante en todo el mundo.  La actividad sexual humana afecta la función cognitiva, la salud, la felicidad y la calidad de vida en general, y, sí, también está el asunto de la reproducción. La gran variedad de beneficios es una de las razones por las que los investigadores han comenzado a preocuparse por la disminución de la actividad sexual en todo el mundo, desde Japón hasta Europa y Australia. Un estudio reciente[6] que analiza lo que está ocurriendo en EE. UU. ha añadido más evidencia a este fenómeno, mostrando una disminución entre 2009 y 2018 en todas las formas de actividad sexual en pareja, incluyendo el coito pene-vaginal, el sexo anal y la masturbación en pareja. Los hallazgos también muestran que los adolescentes reportan una menor frecuencia de masturbación en solitario. Todo esto, a la vez que se oyen voces pidiendo el rearme.

Me viene a la cabeza, casi sin buscarlo, el símbolo de la paz y la expresión «Make Love, Not War» que surgió en el contexto de las protestas contra la guerra de Vietnam en la década de 1960 y se popularizó en círculos pacifistas y del movimiento hippie en Estados Unidos. La verdad es que no sabemos quién lanzó esta máxima por primera vez. El logo más icónico relacionado con este mensaje, el símbolo de la paz, fue diseñado por Gerald Holtom en 1958 para la «Campaign for Nuclear Disarmament» (CND) en el Reino Unido. Holtom combinó las letras «N» y «D» en el alfabeto semáforo de «Nuclear Disarmament», y de esta manera dio forma al símbolo que luego fue adoptado por el movimiento pacifista y los manifestantes contra la guerra de Vietnam, con los que yo me identificaba. ¡Haz el amor y no la guerra!


[1] https://proletarios.org/books/Reich-Psicologia_de_masas_del_fascismo.pdf

[2] https://www.scribd.com/document/822835322/La-lucha-sexual-de-la-juventud-Wilhelm-Reich

[3] https://www.google.se/books/edition/Sexual_Behavior_in_the_Human_Male/pfMKrY3VvigC?hl=es&gbpv=1&dq=isbn:9780253334121&printsec=frontcover

[4] https://www.google.se/books/edition/Sexual_Behavior_in_the_Human_Female/9GpBB61LV14C?hl=es&gbpv=1&dq=isbn:9780253334114&printsec=frontcover

[5] https://archive.org/details/betty-friedan-la-mistica-de-la-feminidad/Betty%20Friedan%2C%20La%20m%C3%ADstica%20de%20la%20feminidad/page/8/mode/2up

[6] https://link.springer.com/article/10.1007/s10508-021-02125-2