Este lunes pasado tuve la oportunidad de conversar con el director de planificación urbana de Lund, Hans Juhlin. Un joven muy bien formado y lleno de proyectos para mejorar nuestra ciudad. Lund es una ciudad adorable, pero, como toda ciudad, mejorable. El viajero que llega a nuestra ciudad se encuentra con un muestrario de estilos arquitectónicos que reflejan lo que en su día fueron proyectos urbanos que seguían las tendencias del momento. El estilo románico tardío de la catedral se junta con el gótico nórdico de los edificios La iglesia del claustro de San Pedro (XIV) y Liberiet (XIV), las casas particulares Krognos (XV) y Stäket (XVI). El renacimiento francés y el neoclasicismo convive con el neogótico y el modernismo en los edificios del siglo XIX. A veces, el mismo arquitecto era el que creaba en diferentes estilos, como si la ambición hubiese sido hacer un pastiche de épocas o un decorado teatral. Los años 20 a 50 del siglo XX están representados por construcciones funcionalistas, sobre todo del “Funkis” sueco. En los años 60 y 70 del pasado siglo se construyeron una gran cantidad de edificios que hoy se consideran en su mayoría como francamente prescindibles.

Para Hans Juhlin la ciudad debe estar concentrada en torno a espacios que potencien la calidad de vida desde la sostenibilidad. Marcados en los pasados decenios por la era automovilística, , estamos ante una ciudad con “mellas” urbanísticas, espacios vacíos y destartalados que se emplean como aparcamiento de coches. Plazas enteras, como Mårtenstorget, inundadas por cientos de coches aparcados. En la visión del joven director, desaparecerán los coches en espacios subterráneos o a las afueras de la ciudad, cuyo centro será preferentemente peatonal. Yo estoy impaciente por moverme en esos nuevos espacios, abiertos para los ciudadanos, pero protegidos de la intemperie, como es lógico en nuestro clima.

Bueno pues, en el paseo de hoy, he pasado por la tumba de un hombre que como muy pocos han dejado su huella en nuestra ciudad, Carl Georg Brunius. Su tumba, casi un programa, está marcada por una gran cruz solar, una cruz dentro de un círculo, que es un símbolo común en artefactos de la Europa prehistórica, en particular durante el período Neolítico hasta la Edad de Bronce de Europa. También puedo leer perfectamente esta leyenda: Qui quondam fuit hic opifex, Græcæque Professor Linguæ. Romanus quique poeta fuit. Et cui firma manent monumenta per oppida perque Rura ædes iacet hoc BRUNIUS in tumulo MDCCLXXXXII – MDCCCLXIX» (Aquí yace el que fue catedrático de griego y poeta romano (en latín) y dejó firmes monumentos por todos los pueblos de alrededor. 1792-1869. He aquí, concentrado en una tumba, toda la vida y obra de un hombre singular.

Carl Geor Brunius nació en 1792 en Tanum, en Bohuslän, uno de los territorios que Suecia arrebató a Dinamarca en 1658, por tanto era lógico que eligiese Lund para sus estudios universitarios, que comenzó en 1803, por tanto conoció y tuvo mucho en común con Tegnér, Agardh y Ling. En 1814, era ya docente en griego y profesor asistente también en retórica y poesía romanas. En 1824 sucedió a Esaias Tegnér como catedrático de griego, cargo que desempeñó hasta su jubilación en 1858. Traductor de Apolonio y Tirteo en tesis académicas escribió en latín una teogonía nórdica “De diis arctois libri sex (1822)” en la que se unen su conocimiento y amor por la cultura latina y su dedicación a la divulgación de la literatura nórdica, siguiendo la pauta creada por los miembros de la Asociación Gótica, a la que Tegnér, Agardh och Ling pertenecían. Recordemos que Tegnér estaba escribiendo su gran obra “Frithiofs saga” cuando Brunius publicó “De Diis”.

Pero Brunius es mucho más conocido por su tercera faceta. Ni como catedrático de griego, ni como poeta latino, le conoce la gente. Lo que sí saben es que era un arquitecto y divulgador histórico-artístico de alta categoría. La mayor parte de su tiempo la dedicó al estudio y práctica del arte de la arquitectura. Durante los años 1833-1859 dirigió los trabajos de restauración de la catedral de Lund y, al mismo tiempo, se llevaron a cabo otras obras bajo su dirección en las que siempre trató de emular el arte románico y gótico, un estilo en concordancia con su tiempo, cuando el romanticismo y la añoranza de un glorioso pasado nórdico marcaban la época.

De la misma manera que los edificios ideados por Brunios se integran en la ciudad, que sin ellos perdería gran parte de su carácter, los nuevos edificios, con nuevos materiales y nuevas funciones, se integrarán también en la ciudad de las generaciones que vendrán cuando ya no la recorramos en nuestros paseos. Abajo podemos ver a Brunius en una fotografía ya emérito, su casa privada y su tumba, a cien metros de su casa. En la última fotografía vemos al director de urbanismo Hans Juhlin durante su presentación el pasado lunes.